... en el que todos los años me invitan a impartir ni más ni menos que una clase magistral.
Y como hay pocas cosas más difíciles que impartir una clase magistral digna de este nombre, les aseguro que la preparo a fondo.
No contentos con esto, la dirección de este colegio me anima a que proponga retos intelectuales a los alumnos y a que los trate como seres dignos de ser considerados inteligentes.
Por lo visto, en esta reserva intelectual creen que el conocimiento no tiene ninguna propiedad que le impida ser transmitido y que a sus alumnos les interesa oír hablar de la influencia del paisaje en las filosofías de Rousseau y Shopenhauer.
Los alumnos, por su parte, no solamente me escuchan -hoy durante casi dos horas-, sino que además me hacen preguntas inteligentes y al final, me piden bibliografía.
De verdad, de verdad: hay un colegio en Barcelona.