Me paso la mañana diciendo que no a diferentes medios que insisten en que les de mi opinión sobre la conducta asesina de un alumno desquiciado. De hecho el primero que me ha llamado -una radio-, me ha pillado totalmente ignorante de lo sucedido. Nada más informarme de lo ocurrido, ya quería que le dijera algo.
¿Por qué tengo que decir algo? ¿Para decir algo a un medio no es imprescindible tener algo meditado que decir?
Yo, desde luego, no tenía nada que decir, más allá de lamentar el hecho, tan triste. Pero insistían en que les interesaba mi opinión sobre las causas, que querían saber lo que pensaba sobre las mismas. Con una periodista me he enfadado. "No sé lo que pienso, por la sencilla razón que no conozco los hechos".
Cuando la sangre arbitraria es tan evidente la prudencia es un gesto mínimo de respeto a la verdad.
¿Qué demonios sé yo de las causas de lo sucedido?
De una televisión me invitan a un debate y dan por supuesto que iré (tengo una buena relación con el director del programa). Les digo que no y explico mis razones. Me insisten en que mis razones no les convencen."A quien tienen que convencer es a mi", les digo. Me aseguran que para tratar de la conducta del alumno han llamado a una psiquiatra. Yo hablaré después para tratar de la disciplina en las escuelas. Me vuelvo a negar. Tampoco entienden que me escandalice la mera sucesión de los temas. ¿Por qué mezclar un problema psiquiátrico con los problemas pedagógicos? ¿Es que acaso hay alguien -sea médico, ingeniero, cura o músico- que esté a salvo del arrebato de un desquiciado?
Hegel hablaba de la impaciencia de la opinión como el principal mal moderno. Hay que reconocer que Hegel dice con frecuencia cosas muy sensatas.
Ya entiendo que para un periodista la noticia y la verdad no tienen por qué ir de la mano. Pero es que yo no soy periodista.