Ignacio Braulio Anzoátegui: “Rubén Darío era un pecador famoso. Todo el mundo sabe que en materia de pecados es muy difícil ser innovador. A algunos les da por la modestia y a otros les da por la ostentación, pero todos al final pecan de la misma manera. El repertorio se agotó en los primeros años del mundo. Para encontrar un nuevo pecado sería necesario crear un demonio nuevo, pero los hombres no llegan a tanto. Dios podría permitirlo, aunque no quiere darles más trabajos a los ángeles, que ya tienen bastantes complicaciones con en este mundo tan simple”.