Me acabo de enterar de la luctuosa noticia: el 6 de junio murió uno de los mitos de mi edad púber, Winnetou, es decir, Pierre Bruce. No sé si tendré valor para revelárselo a mi nieto, porque Winnetou es uno de los personajes reincidentes en las historias que le cuento de cuando yo viajaba por las praderas norteamericanas limpiándolas de facinerosos. La hermana de Winnetou es Flor de Almendro. Quizás algún día les hable de estos cuentos. Si lo hago, tendrán la oportunidad de conocer a mi amigo, el terrible Conde de Herzegovina y a su espectacular novia, Florinda Miel de las Nubes. Sabrán también cómo conocí a Foqui-Foqui y a sus tres hijos, Foquín, Focán y Focún. Hoy me limitaré a decirles que a la playa de Ocata acuden ciertas noches de luna llena las focas reinas del Mediterráneo, a bailar en un corro. Pero en cuanto pisan la playa, se quitan su disfraz de foca y se muestran como lo que son, mujeres bellísimas. Al amanecer se vuelven a enfundar su disfraz y regresan al mar. Pero si a una de ellas se lo quitas, se queda sin su memoria de foca y cree que siempre ha sido mujer. Pues bien, mi nieto Bruno y yo sabemos que tengo un disfraz de foca enterrado debajo del acer negundo del jardín. No digo nada más, porque alguien podría recobrar la memoria.