La prueba definitiva de que el progreso tecnológico no va en paralelo con el progreso moral la encuentro en los trenes de cercanías de RENFE. Entre los trenes actuales y los de los años 80 hay enormes diferencias tecnológicas y de diseño. No puedo decir lo mismo de los pasajeros de ahora y los de entonces, especialmente ahora, en verano.
... O quizás si, si pienso en las indiscretas conversaciones a grito pelado que se mantienen a través de los móviles (¡que cacofonía de trivialidades!) o en los jóvenes y no tan jóvenes que viajan con los pies en los asientos de delante y que no los quitan ni aunque entre una anciana minusválida embarazada y se pare a su lado.