El Tío Gorgono fue un personaje muy popular en Aguascalientes, México. A los diecisiete años mató a varios familiares y a un ricachón que le pidió la hora. "Dichoso tú, que sabes la hora de tu muerte", le dijo. Y lo mató. Solía frecuentar un cabaret donde los jóvenes medían su valor apagando las luces a balazo limpio para después pelear con sus navajas en la oscuridad. Gorgono mató después a una mujer a pedradas y tiró su cuerpo a un arroyo. Fue juzgado y condenado a muerte, pero a su abogado se le ocurrió una estratagema para salvarlo: debía matar a alguien en la prisión y así ganaría tiempo con un nuevo proceso. Acabó de un puñetazo con la vida de un presidiario que le había faltado al respeto. Fue juzgado y, de nuevo, condenado. Antes de poner de nuevo en práctica el consejo de su abogado, estalló la revolución y fue liberado. Volvió a su casa, con una barba bien poblada, para constatar que ya no le quedaban parientes. Echó cuentas y recordó que los había matado a todos. Se metió en la boca un cartucho de dinamita y lo encendió.
Los descendientes de Gorgono viven aún en Aguascalientes manteniendo muy alto el nombre de su antepasado.
La cárcel de Aguascalientes era un establecimiento singular. No tenía ni verjas ni guardias. El criminal era conducido allí por dos agentes. El jefe de la prisión salía a recibirlo a la puerta y con su navaja trazaba una línea bien clara en el suelo. El prisionero daba su palabra de honor de no cruzarla y eso era todo.
A partir de una historia de Victor Serge