Apreciado señor Luri:
Me llamo Elías y tengo 44 años. Me dirijo a usted para expresarle mi agradecimiento por las buenas lecturas que usted me ha brindado durante estos últimos años. Sigo su blog desde hace ya mucho tiempo aunque no participo en él. Su último libro, "¿Matar a Sócrates?", ha sido ya el colmo: ¡es magnífico!, ¡cuántas ganas de releer a Platon me han entrado! Y cuántas cosas importantes cuenta en este libro. Qué placer leerlo.
Verá, yo no tengo estudios, es decir, no los tengo académicos al menos. Tuve que ponerme a trabajar muy temprano, apenas terminada la EGB, que era como se denominaba entonces a los estudios básicos. Intenté acudir al instituto nocturno, pero la verdad es que no me merecía el esfuerzo -al menos eso creía por entonces- porque me resultaba muy aburrido. Tuve la suerte, menos mal, de tener unos amigos que, ellos sí, siguieron sus estudios hasta finalizar sus respectivas licenciaturas universitarias, y eso, de alguna manera, me salvó. Me salvó porque yo no podía quedarme atrás en sus conversaciones, y eso me estimuló para comenzar a leer y leer y leer. Las más diversas materias caían en mis manos y las devoraba, y entonces descubrí a los clásicos griegos y romanos a través de una colección de la Biblioteca Clásica Básica de Gredos, de aquellas que vendían por fascículos en los quioscos y que yo completé convencido de que estaba adquiriendo un tesoro. Desde entonces apenas he leído otra cosa que no sea todo lo relacionado con la Antiguedad, aunque de vez en cuando haga incursiones en la Edad Media, época en la que también me encuentro a gusto. Todo este parloteo viene a cuento de dos cosas: primero, lo importante que ha sido para mí tenerlo a usted como maestro. ¡No exagero! O sí, pero da igual, así lo considero. Usted no me conoce y yo nunca he podido plantearle las dudas que me suscitan sus artículos en El café de Ócata, pero créame si lo digo que, de alguna manera, me han servido de guía. ¡Qué descubrimiento tan maravilloso cuando le leí decir, si se me permite la expresión leer decir, lo importante que es aprender a leer, la lectura lenta! Me ha pasado la vida leyendo y apenas he retenido nada. Aunque no pueda parar de leer es como si todo cayese en tierra estéril. No tanto, pero casi.
Decía que el parloteo venía a cuento de dos cosas: la segunda, porque de alguna manera, me apetecía presentarme a usted.
Muchas gracias por todo.
Su lector, Elías.