Recuerdo que en mi pueblo el temple era un asunto muy mayor. Antes de que Heidegger se pusiera a pensar sobre si la nada nadeaba o no, en mi pueblo ya se sabía desde antaño que nadaba en el mal temple. El buen temple era algo más que el optimismo vital: era el optimismo vital nacido de un alma bien templada.
Templar el almaLas declaraciones a las que hace mención Iván López
son estas.
Mientras escribía este apunte, mi dilecta Carme Fenoll me envía un recorte asegurándome que me gustará:

Resulta que el "método Gavarró" no existe. Sí existe el "método Gabarró".