Cuando le enseñé a mi amiga B. el libro que me acababa de comprar en la Librairie Guillaume Budé, me miró con cara de perplejidad mientras me decía que "la vejez es la rendición incondicional". Pero eso mismo es lo que viene a decir Jérôme Thélot en este luminoso librito sobre Rousseau: que en la rendición incondicional a la vejez descubrimos por primera vez la faz de la naturaleza. Como en la juventud la naturaleza es lo que nos empuja no la miramos a ella a la cara, sino que dedicamos toda nuestra atención a los objetos a los que nos empuja. Sin embargo en la vejez la naturaleza es lo que nos espera y es imposible no verla cada vez con más claridad a medida que nos acercamos al desenlace final. Si esto es así nos moriremos aprendiendo una lección que no le podremos enseñar a nadie.