Mi amigo Jordi Nadal, alma, corazón y vida de Plataforma Editorial, es un hombre bueno, entusiasta, sentimental y generoso con el que no hay manera humana de dejar de estar en deuda. Me envía con frecuencias algunos libros que yo disfruto según sienten a mi paladar. En la última entrega he encontrado uno especialmente sabroso: Los placeres ocultos de la vida, de Theodore Zeldin.
Es un libro ameno y erudito, de lectura fácil y digestión lenta (hay que pararse de vez en cuando a rumiar), plagado de ideas luminosas y retos intelectuales. Si estuviera a mi alcance, es el libro que les regalaría a todos ustedes estas navidades.