En un artículo de 1908 titulado A neglected argument for the reality of god, Charles Sanders Peirce hablaba de la existencia de "tres universos de la experiencia":
- el de las meras ideas (su ser consiste en ser pensado)
- el de las cosas y hechos
- el de las relaciones entre ideas y cosas.
Los seguidores de Peirce dieron a este tercer universo el nombre de “universe of inbetweenesses”, es decir, el “universo de entrambos”. Comprende todo aquello que es capaz de establecer conexiones entre diferentes objetos, especialmente entre objetos de diferentes universos. Peirce parece pensar especialmente en los signos en tanto que son intermediarios entre un objeto y una mente.
Podríamos ver la transferencia como el desarrollo de este tercer universo. Peirce sugería tres tipos de ejercicios que favorecerían este desarrollo:
- Los que permiten discernir entre cualidades. Para razonar bien hay que ser capaz de encontrar las similitudes y diferencias cualitativas entre dos o más objetos o ideas. Las diferencias ayudan a identificar a los individuos de un grupo y las similitudes a establecer diferentes grupos de individuos (diferentes clases de cosas). El análisis de las diferencias es, en definitiva, el razonamiento deductivo y el de las similitudes, el inductivo.
- Los que ayudan a entender las relaciones entre un signo y su contexto y, por lo tanto, a diferenciar también entre ambos.
- Los de análisis, que permiten clasificar y establecer taxonomías, hallar las relaciones estructurales entre las partes y el todo y entender las relaciones sistémicas (el movimiento por el espacio y el tiempo de procesos y estructuras).
Los estudios sobre la transferencia insisten en que, para que ésta sea posible, los alumnos deben ser conscientes de que se encuentran en una situación en la que algo que ya saben debe ser utilizada de otra manera, pero no de cualquier manera, sino de la adecuada al nuevo contexto del problema. Deben darse cuenta de lo que saben y entender que eso que saben puede ser utilizado de maneras que aún no saben. Pero esto es más fácil de decir que de hacer. Parece ser que cuanto más dependiente es un nuevo aprendizaje del contexto en que ha sido aprendido, más improbable es su transferencia a un nuevo contexto. La transferencia nunca debe darse por supuesta. A veces lo que un niño sabe hacer en la escuela no lo sabe hacer en la calle o, al revés, lo que sabe hacer en la calle no lo sabe hacer en la escuela.
El profesor puede programar ejercicios que exijan la transferencia, pero lo que no puede hacer es garantizar su aparición en todos los casos y en todos los alumnos.