Con este calor que hace, comprendo perfectamente al sibarita Mindíride, quien, según Séneca, al ver a uno que levantaba mucho la azada mientras cavaba, prohibió, entre quejas de cansancio, que se realizara este trabajo ante su vista (De ira).
Según Eliano, no se llamaba Mindíride, sino Esmindírides y cuenta que si bien un rasgo propio de todos los sibaritas era la voluptuosidad y la vida disoluta, Esmindírides los sobrepasaba a todos, pues "se acostaba sobre pétalos de rosa y se levantaba, tras dormir en ellos, diciendo que le habían salido ampollas por culpa del lecho".