"No hay que cansarse de repetirlo. El primero de los deberes de todo hombre que se dirige al pueblo para prometerle una sociedad mejor, es el de prevenirle que tampoco será feliz en ella."
"El romántico sigue a su corazón sin preguntarse nada, y luego exclamará desolado, como el pobre Jaurés, la víspera de que lo asesinasen y ante las perspectivas de la guerra: '¿Pero es que va a estar el hombre perpetuamente condenado a concebir realidades que no podrá realizar?' Este es, en efecto, el destino del hombre. Y hay que tener el valor de decir a los hombres que, sea cualquiera el régimen social, se verán siempre obligados a concebir ideales que no podrán realizar."
- Maeztu, La crisis del humanismo