Me regaló mi señora para mi pasado cumpleaños la
Historia de los heterodoxos españoles, de Menéndez Pelayo. Yo ya sabía que sus páginas, por las que había picoteado muchas veces, están llenas de sorpresas, pero no sospechaba que serían tantas. ¡Cómo estoy disfrutando!
Don Marcelino escribe de maravilla, tiene toda la lengua castellana en la cabeza, domina todos los registros del humor fino, no evita mostrar su debilidad por algún "descarriado" y posee una erudición envolvente. No te sientes un mero lector más o menos erudito de las mil y una vicisitudes de un país tan generoso en heterodoxias como el nuestro, sino, en cierta manera, alguien que está escuchando al autor desgranar con voz bien timbrada toda su erudición junto al fuego.
Acabo de leer las páginas que le dedica a Jorge Borrow (una delicia), a Ramón Monsalvatge (capuchino nacido en Olot, un carlistón de mucho cuidado que acabó intentando vender Biblias protestantes a los carlistas emigrados a Montpellier y a Lyón) y a Lorenzo Lucena. Este último personaje fue rector del seminario de San Pelagio de Córdoba y "huyó a Jibraltar [sic],
propter genus foemineum, en una noche de venstisca." Refugiado en Inglaterra, escribió en inglés un panfleto titulado
Roman Catholicism in Spain cuyos capítulos llevaban estos títulos: Propensiones amatorias unidas a la religión, - Barraganas.- Prácticas inmorales del clero.- Degradado carácter e impopularidad de los curas.- Descripción de la vida de las monjas.- Carácter feroz del amor en los claustros.- Asesinato de una joven por su confesor.- Horrible corrupción de los capuchinos de Cascante.
En fin, que estoy inmerso en una orgía literaria, que es para lo que ya está uno.