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No se adelanta nada afrontando la mala suerte coléricamente. En primer lugar, porque nunca está del todo claro qué hay de bueno y qué de malo en lo que nos depara el azar y, en segundo lugar, porque "ninguno de los asuntos humanos es digno de gran inquietud". A cada paso vamos echando los dados y lo inteligente es elegir el resultado fatal como si fuera el mejor para nosotros, "y no hacer como los niños que, tras haberse golpeado, se agarran la parte afectada y pasan el tiempo dando gritos, sino acostumbrar al alma a darse la curación rápidamente y a levantar la parte caída y lastimada, suprimiendo la lamentación con el remedio".
Platón, República 604 b-e.
Uno de los argumentos que utiliza Platón para negar la entrada a los poetas en la ciudad bien diseñada "en el logos", es que los buenos poetas -que son los peligrosos- hacen del fracaso personal buena literatura.
Plutarco recoge este párrafo en De tranquilitate animi.