El pregón de las Fiestas de la Merced de Javier Pérez Andújar fue tan catalán que no era otra cosa que la presentación formal de una derrota. Tan es así, que hasta se olvidó de los cómics de Hazañas Bélicas, ¡con lo que nos gustaban! Pérez Andújar estaba conmemorando, más que celebrando, un tiempo personal, biográfico, que se acabó en los años ochenta del siglo pasado y creo que lo hizo con una crónica sentimental literariamente formidable. Cuando alguien viene a entregarte las llaves de la ciudad derrotada, especialmente si no te pide nada, es de buen tono no hacer leña del árbol caído. El vencedor, una vez que le ha quitado al vencido la fuerza, le da una palmada en la espalda para hacerle creer que no ha perdido con su derrota toda su dignidad y pasa a ocupar la ciudad. A esta actitud, en Cataluña, se le daba el nombre de pujolismo.