El primero, esta mañana, en la facultad de educación de la Universidad de Barcelona:
El segundo ayer, para compensar los desplantes de la pedagogía, me receté una dosis de Enrique García-Máiquez y Armando Pego, que no sale en la foto, pero es el culpable de todo.
En una carta que Julián Gorkin le escribe a Dionisio Ridruejo el 5 de mayo de 1969, encuentro estas palabras: “¡Qué de tonterías hicimos todos y qué caras las hemos pagado todos y las ha pagado sobre todo nuestro pueblo! Puesto que nadie ha dicho ciertas cosas en nombre de una autosatisfacción que no abonan los hechos –el último Azaña-, tendré que decirlas yo superados los complejos y las conveniencias. Eso o el silencio”. Al final ha triunfado el silencio.