En una carta que Julián Gorkin le escribe a Dionisio Ridruejo el 5 de mayo de 1969, encuentro estas palabras: “¡Qué de tonterías hicimos todos y qué caras las hemos pagado todos y las ha pagado sobre todo nuestro pueblo! Puesto que nadie ha dicho ciertas cosas en nombre de una autosatisfacción que no abonan los hechos –el último Azaña-, tendré que decirlas yo superados los complejos y las conveniencias. Eso o el silencio”.
Al final ha triunfado el silencio.