“Ningún artista moderno puede esperar que se rece ante su obra, que se espere alguna ayuda práctica de ella o se quiera ahuyentar los peligros que podrían surgir de ella. Lo máximo que uno está dispuesto a hacer hoy frente a una obra de arte es considerarla interesante y preguntar en todo caso por su precio. El precio inmuniza hasta cierto punto a la obra de arte contra el gusto del público. Muchas obras que actualmente se conservan en los museos habrían terminado hace tiempo en la basura si el efecto inmediato del gusto del público no hubiera estado limitado por consideraciones económicas”Boris Groys, Introducción a la antifilosofía