A partir de esta entrada, iré recogiendo en El Café de Ocata los escritos que me envíen mis amigos cubanos. Comienzo con este texto de Ernesto Díaz Rodríguez que me remite Tania Díaz Castro. Debería haberlo publicado antes, pero no he tenido tiempo hasta ahora.
RECORDANDO AL APÓSTOL EN SU DÍA
En ocasión de esta fecha memorable del 28 de Enero, donde los buenos cubanos recordamos con amor y especial gratitud al Apóstol de la Independencia de Cuba, nuestro gran José Martí, en nombre de Alpha 66 quiero darles las gracias a todos los que integran este honroso núcleo de combate en las filas de nuestra organización, así como a todos los que de una u otra forma han contribuido a que podamos mantener nuestra vigencia histórica. Luego de más de 55 años de lucha ininterrumpida seguimos firmes, sin flaquezas, en nuestro empeño de hacer a Cuba libre, sin importarnos el alto precio pagado en sacrificios. Y continuaremos defendiendo nuestra dignidad, nuestros valores de cubanos que no se rinden ni claudican, a pesar de las adversidades que inevitablemente nos ha impuesto el destino en este largo y borrascoso camino de un exilio prolongado en el tiempo mucho más allá de lo lógico y de lo imaginable. Quiero hacerles llegar también, en un día tan especial como el de hoy, mi reconocimiento personal y el de la Dirección Nacional de nuestra organización, por la admiración que han sabido merecer por vuestra fidelidad a Alpha 66, por su entereza de espíritu y por su acendrado amor a la causa por la que luchamos. Son ustedes parte de la esperanza de un futuro armónico y de prosperidad en una Cuba libre.
En este día especial los invito a que continuemos trabajando juntos, con la trasparencia y la dedicación que el respeto a nuestros mártires y esta noble causa por la que luchamos nos impone. Los invito, como fórmula urgente que necesitamos, a despojarnos de ese enfermizo afán de protagonismo, tan arraigado en quienes sólo tienen luz para iluminarse a sí mismos, no porque sean arrogantes o malos, sino porque carecen de la inteligencia necesaria para descubrir el poder y el valor de la humildad. Considero que esta es una de las formas más bellas de honrar a esa figura excelsa, luminosa, que por amor a Cuba entregó su vida en Dos Ríos, elevando su frente a las alturas para que fuese más radiante la luz de lo que él simbólicamente en bellos versos llamó “la estrella que ilumina y mata”.
Luchó Martí por una Cuba libre, sin yugos ni cadenas, donde hubiese como primer fundamento en las leyes de la nueva república, el respeto absoluto a la dignidad plena del hombre. Quería una Patria amplia en igualdades, de convivencia armónica entre todos los cubanos. Una Patria como generosamente proclamara: “Con todos y para el bien de todos” Así era de inmensa su nobleza. La transparencia de su alma y su inteligencia lo hicieron gigante. Luchó sin odios ni rencores estériles. Pero nunca tuvo una frase de aliento para los asesinos, ni les estrechó la mano ensangrentada. Nunca les prometió tampoco un perdón irreflexivo a la hora del triunfo. Porque el crimen no es una razón sino un acto de aberrante cobardía, sancionable con severidad en toda sociedad civilizada.
Tampoco en Alpha 66 abrigamos odios ni rencores. No practicamos, ni practicaremos, fórmula alguna de venganza. Pero nos oponemos con vehemencia a la política absurda de “borrón y cuenta nueva”, tan arraigada en los que orquestan soluciones mendigantes de última hora, en componendas viles con el enemigo. Inclusive, para vergüenza nacional, no faltan hasta quienes proponen reimponer como mecanismo válido de transición la propia constitución del régimen comunista de Cuba. Y no hablemos de los que hasta hace poco fueron cómplices, servidores incondicionales del totalitarismo salvaje de los Castro. Muchos de ellos lamentablemente muy bien recibidos por los Departamentos de Inmigración y Justicia de este país y por determinados medios de comunicación masiva.
Todo esto debiera hacernos entender que la causa de la libertad de Cuba no puede estar sometida a ocasionales coincidencias de intereses con otras naciones. Ayudar a nuestro pueblo a liberarse del yugo de la opresión, es compromiso y responsabilidad que nos corresponde exclusivamente a los cubanos. ¡Sólo a los cubanos! Y no puede haber para nosotros satisfacción mayor que el sabernos útiles y contribuir con amor, cualquiera que sea la participación activa y el medio disponible a nuestro alcance a la lucha por la libertad de nuestra Patria. Ni puede haber para nosotros otra prioridad que sentir el tañido de la campana de La Demajagua repicándonos en el corazón en todas las horas, en todos los minutos, en todos los segundos de cada día. Porque sólo así,… ¡sólo así! Seremos merecedores de un futuro de paz y de alegría en esa Cuba sin náufragos ni rejas con la que tanto hemos soñado.
Ernesto Díaz RodríguezSecretario General de Alpha 66