"El pueblo, admirable como clase, se convierte en detestable en cuanto aparece como nación", asegura Finkielkraut en Lo único exacto. No puedo menos de escribir en el margen: "En unos sitios sí y en otros no".
A veces, cuando el discurso nacional se impone hegemónicamente, lo que se considera detestable es toda diferencia en el interior de una nación.