Propósito de espuma y de ángel eres,
víctima de tu propio terciopelo,
que, sin temor a la impiedad del hielo,
de blanco naces y de verde mueres.
¿A qué pureza eterna te refieres
con tanta obstinación y tanto anhelo?...
¡Ah, sí!: tu flor apunta para el cielo
en donde está la flor de las mujeres.
¡Ay! ¿por qué has boquiabierto tu inocencia
en esta pecadora geografía,
párpado de la nieve, y tan temprano?
Todo tu alrededor es transparencia,
¡ay pura de una vez cordera fría
que esquilará la helada por su mano!
Miguel Hernández