No, las imágenes de la actuación de la policía durante el día de ayer no son meras anécdotas. Son, de hecho, argumentos que desgastan seriamente al Estado, porque el monopolio de la violencia legítima, precisamente porque ha de ser legítima, no puede ser el uso de la violencia indiscriminada.
Ayer la policía ofreció la imagen de una agresividad excesiva que parecía más la manifestación dolorosa de una impotencia que un servicio a una causa noble.
Ha habido muchas cosas extrañas e irregulares el domingo, pero la más extraña e irregular de todas ha sido la intervención de Rajoy en la televisión, apareciendo desnudo como una esfinge sin enigmas: Un hombre torpe sobrepasado por los hechos dando palos de ciego.
Podremos criticar a Puigdemont por muchas cosas, pero lo cierto es que cuenta con la complicidad creciente de miles de catalanes y es esa complicidad entusiasta la que sale engrandecida del día de ayer, sin que importe demasiado el resultado del referéndum.
Decía Cánovas que "con la Patria se está con razón o sin ella". Pues bien, mi patria es también Cataluña y, por lo tanto, mis compatriotas son también todos los catalanes.