¿Educador, Clarín? (...) Lo era, sin duda, y en grado supremo, de modo espontáneo, sin proponérselo, sin aire profesional. Eso, ¡jamás!
Educaba, es decir, elevaba -como educa y eleva siempre el espíritu verdaderamente superior- por el simple contacto o trato: por sugestión singularísima, con el ejemplo del pensador generoso, que siembra a manos llenas, que se da entero a sus discípulos y a los suyos, y que ofrece a la contemplación estética el edificante espectáculo de un maestro sincero, comunicativo, sin reservas, con noble ademán... ¿Sinceridad? ¿Nobleza? Oíd:
"... años y años llevo diciendo a mis queridos discípulos que procuren ser buenos, ante todo, y, además, si tienen tiempo, que procuren encontrar por el camino que me parece más racional, menos expuesto a engaños, una ciencia que yo no tengo, y que, por lo mismo, no puedo enseñarles" (De El sombrero del señor cura)."
Alas funcionaba de educador por el contacto espiritual, por acción directa, de alma a alma, en la conversación, en el trato...
Su trato íntimo nos educó en ese goce del pensar hacia adentro; que es la más fecunda y eficaz escuela de modestia que quepa imaginar.
- Adolfo Posada, "Mis muertos", en España en crisis (1923).