Refiriéndose a las pataletas que monta su primo Gabriel (3 años), mi nieto Bruno (8 años) me comentaba ayer mientras comíamos los dos solos en un restaurante de postín:
- Es que, yayo, a veces hay que decir que no. Esta bien decir que sí, pero a veces, hay que decir que no. Porque con el no también se educa.
Me lo quedé mirando. Hablaba con una gran seriedad, con la convicción de estar tocando un tema importante y yo pensaba que, sin duda, los niños se comportan con frecuencia a la altura de lo que creen que esperas de ellos. Y ayer estuvo a una buena altura porque a los postres me preguntó qué significaba "interferencia".
Claro que después subimos a la azotea del hotel en el que acabábamos de comer y comenzó a correr y a saltar de lado a lado gritando "¡Libre! ¡Soy libre! ¡Al fin respiro!"