A los Reyes Magos no hay que alterarles ni una coma.
Y punto.
Hay cosas que son sagradas, los Reyes Magos o el caballo blanco de Santiago, por poner dos ejemplos. En esto último coincido con Maeztu, que consideraba necesario defender la participación del apóstol Santiago en la batalla de Clavijo sobre un caballo blanco, sin transigir ni con que fuera tordo.
Maeztu, hoy tan olvidado, era, según aseguraba Ernesto Giménez Caballero, un ciudadano de tal honestidad “que se iba a protestar al Ayuntamiento de Madrid porque le cobraban poca contribución, y de esta manera no podría tener nunca bien arregladas las calles.”
Los que no entienden el valor de las tradiciones suelen destapar lo olvidado de su origen. Los que las respetamos sabemos que, como defendía Hume, es altamente conveniente someterse a las tradiciones que hemos encontrado establecidas en el país en que nos tocó vivir, sin entrometernos demasiado en su origen.