Aceptemos que una parte de lo que nos sucede tiene razones históricas de peso detrás que justifican su suceder; soy más escéptico sobre la posibilidad de conocer todas las variables que hay detrás de lo que acabo de llamar "razón histórica".
Sospecho que las razones de otra parte de lo que nos sucede, en un porcentaje nada desdeñable, no hay que ir a buscarlas a los motores de la historia, sino al inmenso caladero de la estricta estupidez humana. Este porcentaje era para Tolstoi del 90%. ¡Cuántas cosas hacemos porque en un momento determinado nos arrastró un capricho, o la ignorancia, o el despiste! En agosto del año 2006 en Leicester un joven de treinta y tres años llamado Darren, fue encontrado muerto en su casa, en medio de un charco de sangre, con un cuchillo a su lado. La policía estuvo manejando varias hipótesis, pero una tras otra, conducían a un callejón sin salida. Finalmente la viuda de Darren confesó avergonzada que su esposo, ansioso por saber si su nueva chaqueta podría resistir las heridas de un arma blanca, se apuñaló a sí mismo.