He conocido a una mujer que conoció a la mujer más hermosa de la historia de México, que además de ser magnificentemente hermosa estaba convencida de que era la encargada de hacer salir el sol día tras día. Pero sigo sin conocer el significado de "ahorita". He comido chiles rabiosos que le dan un significado escatológico a la pimienta. Pero sigo sin entender el matiz del "ahoritita". He subido a las pirámides del sol y de la luna en Teotihuacán y he bebido mezcales dignos de los dioses. Pero "el ahorita ahorita" se me resiste. He viajado en el metro de México a hora punta en una tarde lluviosa y he acabado con medio cuerpo dormido y tortícolis y he tratado con personas cultísimas de memoria caligráfica en restaurantes de no sé cuántos tenedores. Pero el pinche ahorita de su pinche madre, me desconcierta. He visto salir el sol y la luna y niños más pequeños que mis nietos esnifando pegamentos junto a charcos grasientos en los que se reflejaba rutilante toda la tristeza del mundo y he leído el periódico que escribieron los exiliados del Sinaia camino de Veracruz. Cada día me desaparecía de la habitación del hotel un cuaderno, un lápiz, un boli y un sacapuntas y cada día los renovaba para poder seguir renovándolos. He visto enajenados por las calles con más baches bailando su inocencia hambrienta como si fueran invisibles entre la gente y me he parado con la boca abierta ante los maniquíes más tristes del universo en los escaparates más baratos que lucen lo que sólo pueden comprarse los más pobres. He visto todo esto y mucho más. Pero el ahorita, amigos.... ese ahorita elemental, se me escabulle y cada vez que lo oigo me quedo perplejo preguntándome qué querrá decir quien me lo dice.