Esta mañana, en el Café Gijón
Dos días estupendos en un Madrid primaveral, hablando de mitos educativos y de lo que tiene la democracia de religión... en dos sitios distintos y con personas distintas, pero viviendo lo segundo como si fuera la continuación de lo primero. Magnífica comida con gente admirable y buena cosecha de libros viejos:
- Conde de Romanones,
Sagasta o El Político, 1898- Luis Antón del Olmet y Arturo García Carraffa,
Canalejas, 1913.- Domingo Cirici Ventalló,
Sátiras políticas, 1916.- S. Ramón y Cajal,
Charlas de Café, 1921.- Alejandro Lerroux,
Pequeñas tragedias de mi vida, 1930- P. Laín Entralgo,
La generación del noventa y ocho, 1947.
Pero quizás no hubiera escrito nada de esto si al hojear el libro de Lerroux no hubiera caído al suelo una cuartilla amarillenta con un poema escrito a máquina. Se trata de un soneto de Joaquín Dicenta que éste tituló "Del Triunfo", pero que en la cuartilla lleva el encabezamiento de "¡Canalla, no!":
¡Cuánto sufrí, y qué sólo! Ni un amigo,ni una mano leal que se tendierapara estrechar la mía; ni siquierael placer de crearme un enemigo.
De mi abandono y mi dolor testigo,de mi angustiosa vida compañerafue una pobre mujer, una cualquiera,que hambre, pena y amor partió conmigo.
Y hoy, que mi triunfo asegurado se halla,tú, amigo por el éxito ganado,me dices que la arroje de mi lado,
que una mujer así, denigra… ¡Calla!con ella he padecido y he gozado:el triunfo no autoriza a ser canalla.
Ahora (22:06) veo que el libro sobre Canalejas perteneció a Jesús Saavedra Moreno, de Majadahonda. El de Ramón y Cajal y Cirici Ventalló, a Jesús Saavedra. En la página 3 de este ultimo libro encuentro escrito a pluma: "Perteneció a la librería de mi padre".