"Un hombre, después de atacar e insultar a alguien que se había atribuido falsamente el título de filósofo, no por practicar la verdadera virtud sino por vanagloria, añadió que reconocería si era un verdadero filósofo solo si soportaba con calma y paciencia las injurias que le dirigiera.
Durante cierto tiempo, el segundo dio muestras de paciencia y tras recibir los insultos, dijo en tono casi de triunfo:- ¿Te das cuenta de que soy un filósofo?A lo que el primero contestó muy sarcásticamente:- Me habría dado cuenta si hubiese permanecido callado.
Boecio, Consolación de la filosofía.
Estoy preparando una conferencia en la que defenderé que uno de los rasgos distintivos del filósofo genuino es su reticencia a decir todo lo que sabe. O sea: el filósofo siempre tiene algo que callar.