Algún día tendré que recoger mis más notables entrevistas en los medios. Cuando lo haga, la de esta tarde ocupará uno de los primeros lugares. La cosa ha ido, más o menos, así:
- ¿Cómo quieres que te presente?- Yo soy maestro.- ¿Pero no eres también pedagogo?- Sí.- Pues te presentaré como pedagogo.- Tú me has preguntado cómo quería ser presentado.- Me interesa saber qué opinas de los deberes escolares.- Que los hay buenos y malos.- ¿Pero no crees que hay excesivos?- No conozco a ningún maestro empeñado en amargar la vida a sus alumnos. Sí conozco a unos que ponen mejores deberes que otros.- Hay padres que están en contra.- Hay dos clases de padres. Unos son los quieren que sus hijos sean felices; otros, los que saben lo que quieren.- ¿Qué opinas de la prohibición de los deberes?- ¿Han prohibido también las extraescolares? - No- Entonces es un brindis al sol.- ¿Por qué?- 9 de cada diez niños españoles hace actividades extraescolares. ¿No son deberes? Además, los niños de familias ricas siempre, siempre están haciendo deberes, porque viven en un medio de continuos estímulos intelectuales. ¿Hay que prohibir esos estímulos a los pobres?
He dicho -y resaltado- una cosa más: que lo que más me gusta de los deberes es la palabra "deberes".