Ando de promoción de La imaginación conservadora. Me ha sorprendido la gran cantidad de entrevistas que tengo solicitadas. Los índices parecen augurar un éxito (relativo, claro, que estamos hablando de un libro de filosofía política). Intento atender a todos los periodistas con amabilidad, pero creo que a veces me falla la inteligencia y salgo de algunas entrevistas con la extraña sensación de que aquel que se ha manifestado delante de un periodista no soy exactamente yo. No es que sea completamente ajeno a mí, sino que es, más bien, una manifestación episódica de mi yo. Y eso me provoca una doble sensación de vulnerabilidad y de descontento conmigo mismo que, con frecuencia, se confirma al leer la entrevista posteriormente en el papel. Creo que me falta malicia, saber tirar pelotas fuera, contención.... que me sobra ingenuidad. Y el caso es que ya estoy en la edad en que las inercias pueden más que la voluntad de cambio.