El 13 de junio de 1901 nos dejaba Leopoldo Alas, Clarín, entre los luchadores del ideal. Fue aquel un día de profunda y amarga tristeza; hacía varios que le veíamos morirse, sin remedio... lo esperábamos llenos de angustia. Y él lo esperaba, sereno, a pesar de sus nervios delicados y de punta siempre: veía, sentía acercarse la suprema hora de abandonar a los suyos. Dos o tres días antes nos comunicaba sus íntimas aprensiones... su triste convencimiento, sería mejor; y su esposa, dulce, suave, amable, valerosa -¡la esposa de Clartín!-, queriendo animarle le decía:- ¿Y crees que si eso fuera verdad estaríamos aquí tan tranquilos y... alegres? Hoy estás mucho mejor.
Leopoldo, después de mirar con ternura infinita a su mujer y de fijar un instante en mí sus ojos apagados, nos dijo:-¡Alegres! ¡Será por heroismo!
- Adolfo Posada, España en crisis.