Me llevo un magnífico recuerdo de mi participàción en el Forum Edita. Buena gente, nuevos planes, nuevas puertas que se abren. Estas han sido las palabras con clusivas de mi charla en el Forum Edita esta mañana:
Aprender a leer, y este es mi resumen de lo dicho, es aprender a leer rápido en la escuela para estar en condiciones de practicar la lectura lenta en la Universidad, esa lectura rumiante que Nietzsche ensalza en el luminoso prólogo de
Aurora, sin saber, posiblemente, que está recogiendo una imagen que se origina en el
Llibre de meravelles de Ramon Llull: “Una vegada es va esdevenir que un filòsof, quan hagué estudiat, anà a distreure’s fora de la ciutat, i va veure un bou que menjava molt de temps en un camp de blat. Quan el bou estigué tip, va sortir del camp de blat i va entrar al desert, i va jeure prop d’un arbre, i va remugar i mastegar allò que havia collit al camp de blat. Aquell filòsof va retornar a la ciutat, i per l’exemple que hagué après del bou, va pujar-se’n a una alta muntanya amb tots els seus llibres. I en aquella muntanya es va estar molt de temps recordant allò que havia après, i va trovar noves ciències…”
Acabo.
Decía el comediógrafo Antífanes, según cuenta Plutarco, que en cierta ciudad, las palabras se helaban por el frío inmediatamente después de ser dichas y, después, desheladas, la gente oía en verano las cosas de las que habían hablado en invierno. Asimismo, añadía que muchos se dan cuenta con trabajo, mucho tiempo después, cuando ya son ancianos, de lo que significaban las palabras que les decía Platón cuando aún eran jóvenes.
Me quedo con esta imagen refrescante que aquí no hace falta explicar, porque todos tenemos edad para saber que leer es sembrar el alma de palabras, y que leer el mundo es, como decía el añorado Lluis Duch, empalabrarlo.