IChaparrón de verano. El día amaneció con sus rutinas, sin amenazas, pero a medida que avanzaba la mañana iba tomando un cariz pendenciero, que, finalmente, estalló a primera hora de la tarde. La escandalera de estas tormentas es una de las peculiaridades del verano mediterráneo. No seríamos nosotros sin ellas. Con las primeras gotas, enormes, se eleva del suelo ese olor tan peculiar a tierra mojada que es como una exhalación de la vida recobrada y un reencuentro con todas las tormentas pasadas a lo largo de nuestra vida. Durante media hora estuvo lloviendo con consistencia y después volvió el verano y salí a pasear en compañía de Martha Argerich y Shostakovich: Concierto de piano número 1, el quinteto para piano y el concierto para dos pianos. Volvían a la playa los desalojados por la lluvia a encontrarse con un mar sucio, que acababa de recoger toda la basura que habían arrastrado hacia él las rieras y torrentes.
IIEstoy leyendo algunos libros sobre neuroeducación. A veces siento que me toman el pelo vilmente. Una cosa es descifrar lo que un neurólogo ve en sus máquinas, sin duda cada vez más avanzadas, y otra muy distinta intentar explicarme a mí cómo es mi vida, el mundo de la vida. Si lo que dice un científico, por famoso que sea, sobre el mundo de la vida, se contradice con mi experiencia cotidiana en el mundo de la vida, es decir si intuitivamente veo que lo que dice no cuadra con mi experiencia, me quedo con mi vida que es, creo yo, con lo que se queda también el científico cuando sale del laboratorio y se dedica a ser él, no su cerebro.
IIIVuelve mi nieto Bruno de pasar unos días en un camping. Me abraza y me dice: "¿Sabes, abuelo? A veces se echa en falta a las personas a las que pones histérico".