IPor algún sitio dice Ciorán que la sociedad se está convirtiendo en un infierno de salvadores. El infierno va en aumento. Y no me estoy refiriendo al ferragosto. Cada vez que echo una ojeada a la prensa, me encuentro con más gente dispuestas a subirse a lo más alto de su indignación moral para denunciar los males del mundo, acusar a la política de que no está a la altura de su indignación y, de paso, hacer publicidad de su bondad.
IICada vez que voy al médico me amenazan con una prótesis. Ahora, con una férula dental. El viejo: el animal con próptesis.
IIIHe dicho varias veces y repito ahora que hacerse viejo es estar más pendiente de tus rodillas que de las rodillas de las vecinas. No hay consuelo para tan grave mal.
IVHe enviado las correcciones de El amparo de las sombras al editor. esdecir, a Javier, mi amigo de la Isla de Siltolá. Creo que es un buen libro. He corregido pocas cosas. Pero quizás la falta de correcciones pudiera deberse, como sugiere mi amiga B., a la visita que tengo pendiente al oculista.
VAyer le enseñé a mi nieto B. a jugar a la brisca. Me pareció que podía ser un buen deber de vacaciones. Y en eso andamos empeñados, en hacer muchos deberes.
VI
Baricco tiene demasiada facilidad para la fórmula como para tomárselo en serio como pensador riguroso. Tanto es así, que de todos los intelectuales que no me gustan, Baricco es al que siempre leo. En su último libro The game -una pequeña gran farsa- me chirría su crítica a las élites cuando él está ejerciendo en cada párrafo de guardián del tráfico ideológico del presente. Es divertido el momento en que se pone a escudriñar las singularidades del presente y descubre, comno gran novedad, el triunfo de lo que Ortega llamó el hombre-masa.