Días de mucho movimiento, trenes y hoteles. Pero estando en Tudela me llega lo importante, esta imagen:
Ya tenemos montado el Belén en casa y con él me atrevo a felicitaros la Navidad a todos. Mi mujer está muy satisfecha con el resultado, pero mis nietos se han decepcionado con el proceso. Como me ha confesado Bruno en un aparte, este año ha ido todo peor, porque la abuela fingía que no le gustaba la vaca en el tejado del pesebre. Así que otra tradición rota. Claro que, por otra parte, ¿qué es la Navidad, sino la comprobación anual del espectacular crecimiento de los más pequeños?
Me vuelvo a casa con un gran recuerdo de Tudela. Pero no puedo quedarme mucho tiempo. Pasado mañana viajo a Madrid, porque he pasado a ser el portavoz de una campaña promovida por la Fundación Alcohol y Sociedad que, sin duda, dará que hablar.