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El café de Ocata
Me escribe mi querida amiga B. desde París y en cuatro palabras resume todo perfectamente: "Je ne pensais pas, à mon âge, avoir à vivre de tels événements qui, dans un brouillard confus et lointain, m’en rappellent d’autres".
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12:24
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El café de Ocata
Tras un amanecer amenazante y chulesco, ha aparecido el sol y he aprovechado a salir para hacer la compra, con la sospecha de que en Ocata no nos resistiríamos a la atracción de la luz.
La primera sorpresa. Me he encontrado en primer lugar con una vecina, una anciana, que me ha dicho, sin que yo le preguntase nada, que salía tranquila de casa porque en Ocata no había "ni un caso del coronavirus ese". He intentado convencerla de que un poco de prudencia no viene mal, pero me ha mirado como diciendo, "¿quién se creerá este joven que es para decirme a mí lo que tengo que hacer?"
La sorpresa de las colas. Colas largas para entrar en las tiendas, pero me ha parecido observar que las distancias entre las personas se va alargando día a día. Hoy no se dejaba menos de tres metros.
La sopresa de la gente que se para a hablar en la calle, al rebujo del calorcito del sol, comentando los tiempos que nos han tocado vivir, y que hay que tomarse las medidas en serio.
Seguimos.
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22:54
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El café de Ocata
Aconsejado por un amable visitante de este café, he leído con atención un más que
interesante artículo publicado por Yuval Noah Harari en Time. Me han interesado especialmente las siguientes tesis:
1. El verdadero antídoto contra la epidemia del coronavirus no es la segregación, sino la cooperación. Posiblemente sea cierto, pero no parece que las cosas, hasta el día de hoy, vayan por ahí. Las fronteras vuelven a estar presentes. Y posiblemente van a estarlo más. Lo conveniente no siempre coincide en política con lo efectivo.
2. En el siglo XIV no había aviones ni cruceros, y sin embargo, la Peste Negra se extendió desde el este de Asia hasta Europa occidental en poco más de una década. Efectivamente, al coronavirus le han importado muy poco las fronteras. Pero se le responde blindando fronteras, porque las estrategias de la naturaleza no coinciden con las de la política.
3. La epidemia podría proporcionarle a la UE una oportunidad de oro para recuperar el apoyo popular que ha perdido en los últimos años. Si los miembros más afortunados de la UE envían rápida y generosamente dinero, equipo y personal médico para ayudar a sus colegas más afectados, demostrarían la vigencia del ideal europeo. Pero si cada país tiene que valerse por sí mismo, entonces la epidemia a quien puede dejar gravemente enfermo es a la misma Unión Europea. Aquí los hechos están hablando por sí solos. Lo primero que harán esos países afortunados es echarnos en cara la dimensión descomunal de nuestros déficits que no nos permiten endeudarnos cuanto quisiéramos...
Sólo comentaré algo obvio: Hobbes ha vuelto a la política internacional. En realidad nunca se había ido del todo, pero en Europa estaba como dormido. Ahora, cuando las cosas se ponen mal, estamos redescubriendo aquel viejo principio de la política exterior inglesa: "Inglaterra no tiene aliados, tiene intereses". El artículo de Harari está lleno de buenas intenciones. Pero con buenas intenciones en política no basta.
Sobre el día a día: parece que a los mediterráneos la reclusión nos va a costar mucho esfuerzo. Nosotros no tenemos ese entusiasmo de los nórdicos por el coleccionismo o las manualidades. A nosotros la luz que nos entra por las ventanas de causa nos sabe a poco. A medida que pasen los días se irá poniendo de manifiesto lo difícil que nos resulta esto.
Un comentario importante: No sé por qué razón no puedo responder a sus comentarios. Sepan, pues, que mi silencio no indica una falta de cortesía, sino de impericia tecnológica.
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El café de Ocata
IEn Europa vivíamos confiados en que la técnica había domesticado a la naturaleza. Tanto es así, que apenas hace quince días nuestras preocupaciones eran cosas como la futura ley Celaá y si había que penalizar los piropos callejeros.
IITodo era política, decíamos.
IIIEl virus es tan poco político que no tiene ni metafísica. No tiene ninguna razón de ser moral. No hemos hecho nada para merecerlo. No nos lo ha traído ni nuestra virtud ni nuestro vicio. Por eso mismo viene a mostrarnos que nuestro cuerpo no siempre es nuestro. Hoy por hoy, nuestro cuerpo es de ese soberano virus que no discrimina.
IVLa familia, se presentaba como la gran institución política, causa última de todas las disfunciones sociales. Por eso Celaá se atrevió a decir que los niños no son de sus padres. Poco después los mandaba a casa. Cuando las grandes instituciones que prometen una Justicia con mayúscula se tambalean, la familia sigue ahí, con los brazos abiertos, ofreciendo una solidaridad con minúscula, pero que ni caduca ni se agota.
VA lo natural lo llamábamos político para poder así imaginarnos la posibilidad de su manipulación indefinida.
VITodo lo que el Estado pueda ofrecernos como terapia es la frontera nacional y la reclusión familiar.
VIIUn apóstol y líder de la globalización, el canadiense Justin Trudeau, parece completamente noqueado. El coronavirus pone en jaque sus grandes sueños de hermandad global multicultural, y su respuesta es la perplejidad. El pequeño príncipe Boreal -así lo llamaban en Causeur- está paralizado por su ideología. No parece capacitado para asumir que el mundo también puede ser una amenaza.
VIIIEl blindaje de la política tras los científicos -unos científicos que no han estado a la altura de las circunstancias, puesto que son ellos los que inicialmente minimizaron el riesgo- muestra una seria dificultad de la política moderna para asumir lo evidente: que las naciones son instituciones morales y el virus, no.
IXLos políticos debieran habernos ofrecido una imagen de nosotros mismos en los que poder observarnos con confianza, con seguridad, con orgullo, incluso -lo han hecho los italianos-, pero no han ofrecido una cacofonía de voces fragmentarias, con frecuencia contradictorias.
XHa sido la misma UE la que ha empujado a sus Estados miembros a recluirse en el interior de sus fronteras. Ahí está esa dolorosa imagen de los chinos entregando a los italianos lo que Merkel y Lagarde les negaron. Los Salvini han tomado nota.
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12:12
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El café de Ocata
Esto es como una travesía. Esperamos llegar a puerto en pocos días, pero vete a saber qué harán con nosotros las desconocidas corrientes marinas. Mientras tanto, nos asomamos a las amuras de proa para ver si por casualidad se divisa a lo lejos un desconocido.
No quiero decir que no nos alegre el encuentro con los conocidos, sino que, para mi sorpresa, el auténtico descubrimiento de estos días de enclaustramiento es la añoranza del desconocido, de esos rostros anónimos con los que nos cruzamos por la calle y con los cuales, sin mediar palabra, nos comunicamos nuestra mera presencia, como confirmación del discurrir normal de las cosas. Un mundo sin desconocidos es un mundo amputado.
He salido a comprar esta mañana. En el supermercado no permitían que hubiera más de 6 personas en el interior, cosa que me parece muy bien. Además en la puerta nos ponían, a medida que iban permitiéndonos pasar, un líquido desinfectante en las manos, cosa que aún está mejor. Sin embargo, nada de esto sirve de mucho si una inconsciente lanza contra las estanterías un estornudo con un desparpajo que, en estas circunstancias, son una muestra de incivismo que roza lo criminal.
Me cuesta leer. Me cuesta escribir. Navego por las redes sociales dejando que la ceguera colectiva guíe mi ceguera individual.
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21:44
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El café de Ocata
Me han comunicado que uno de los periodistas que me entrevistó en Madrid el martes pasado está recluido en su casa, atrapado por el coronavirus. De repente, no puedo dejar de auscultar con un criterio más emotivo que científico cada una de las variaciones de mi estado físico. No me preocupo tanto por mí como por los que me rodean. No tengo fiebre, ni dolores musculares, ni ninguno de los síntomas de esta enfermedad. Pero...
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11:31
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El café de Ocata
Salgo a comprar el pan. La panadería más próxima está en la Plaza de los caballitos. Sorprende el silencio de las calles. Me cruzo con pocos peatones. Alguno, al verme, se cambia de acera. Me encuentro también con un par de coches circulando, muy despacio, como si temieran llegar demasiado pronto a algún sitio. En la panadería sólo admiten a tres clientes en el interior, así que hay una cola muy larga en la calle. No es que haya muchas personas, sino que entre una y otra hay, al menos, dos metros de distancia. Hago bromas tontas y obvias con una conocida. Quizás en tiempos así es cuando más necesarias son las obviedades. El día está nublado, gris, pero no hace frío. En Ocata no estamos muy acostumbrados a vivir muchos días sin el amparo del azul del cielo. Compro el pan y vuelvo a casa dando un pequeño rodeo. Necesito estirar las piernas. Me encuentro con un negro que está barriendo una calle peatonal sin demasiado entusiasmo. Entonces comienzan a sonar las campanas de la Iglesia. Su sonido es más metálico, más amplio, más nítido, más profundo. Parece tener más determinación. Pocos coches en la NII. Me sorprenden, eso sí, algunas parejas corriendo y algunas personas jugando en la arena de la playa. Vuelvo a casa. Al comenzar a escribir esto el sol se abre paso entre las nubes e inunda mi estudio con una luz cálida, acogedora, parece que terapéutica, incluso.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
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8:09
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El café de Ocata
Donoso describiría nuestro momento coronavírico como el del milagro. De repente la sucesión razonablemente previsible de las cosas se ha alterado y asoma las orejas el auténtico Soberano, la Naturaleza. Ella es quien decide cuándo nos encontramos en el estado de excepción. En este retorcerse abrupto de las expectativas que caracteriza a nuestros días lo que se acaba mostrando es la fragilidad de lo humano y nuestro sometimiento a fuerzas que se nos imponen de forma tan rotunda que mandan al carajo nuestras agendas para imponer sus órdenes perentorias.
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El café de Ocata
Siguen las suspensiones de actos. Así que me ha quedado un mes de marzo limpio como una patena, totalmente libre de compromisos. Ya me prometía yo varias semanas dedicadas serenamente a la lectura cuando, a media tarde, me ha entrado un correo que me ha proporcionado una alegría tan inesperada como intensa. Provenía de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y se resume en una invitación... de la que ya daré cuenta en su debido momento. Estos giros inesperados de la Fortuna me atrapan siempre. No es que sea incapaz de decirles que no, es que les digo inmediatamente que sí. Hay que hacer del azar un amigo.
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18:59
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El café de Ocata
Parece claro que hasta el lunes pasado había entre los políticos miedo a ser los primeros en tomar medidas tajantes, no fuera a ser que... y ahora hay miedo a ser los últimos, no vaya a ser que...
Sobre Ocata ha descendido una niebla extraña, que parece invasión de climatología ajena. Aquí no estamos acostumbrados a estas cosas. Esta es tierra de luz y sombras nítidas. Desde mi cuarto contemplo el pueblo con un toque de irrealidad. Me dice mi mujer que la ciudadanía sale de los supermercados con los carros de la compra a rebosar, no vaya a ser que...
Heráclito tenía razón: en el gobernalle de la nave está el rayo.
Son tiempos estos que nos permiten entender el significado genuino de la soberanía.
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13:00
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El café de Ocata
Ahora parece que el Conseller d'Educació está ultimando una orden de cierre de las escuelas de Cataluña a partir del lunes.
De todo lo que está pasando, lo que más me inquieta es la sensación de falta de una autoridad clara, previsora, bien definida, con voluntad de decidir lo que sea conveniente y capacidad para ofrecernos la certeza de que hay alguien competente al timón.
13:14: Confirmado: a partir del lunes en Cataluña se suspenden las actividades en escuelas, institutos y universidades.
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20:35
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El café de Ocata
Me comenta uns sindicalista que el Departament d'Educació de la Generalitat ha dicho esta mañana a los sindicatos que sería "exagerado" cerrar los centros educativos a causa del coronavirus. Todo ha de seguir como si nada, incluyendo las jornadas de puertas abiertas.
Así estamos. Lo que en una comunidad es un imperativo de la sanidad, en otra es una exageración y el ciudadano, en medio, cada vez más perplejo.
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19:13
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El café de Ocata
Dado que no tenía ya nada que hacer en Madrid, me he vuelto este medio día para Barcelona en el AVE. El vagón iba lleno y algunas personas se cubrían la cara intentando ocultar pudorosamente su miedo respiratorio, con pañuelos o ropa. Pero no ha pasado nada relevante hasta que entre Zaragoza y Lérida un pasajero ha tosido. Creo que instintivamente todos hemos estado un buen rato reteniendo el aliento y temiendo una reanudación de la tos. A los pocos segundos ha retornado la calma. Pero se ha vuelto a interrumpir abruptamente con la temida repetición de la tos cuando ya no la esperábamos y aquí ya ha habido como un movimiento general de intranquilidad en el vagón. Varias personas se han levantado y poniéndose la ropa que tenían a mano en la cara, de forma que apenas se les veían los ojos, han abandonado el vagón. Yo venía leyendo a Maurice Barrès que es uno de esos autores que no te gustan y, sin embargo, no puedes dejar de leer una vez que has comenzado.
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23:12
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El café de Ocata
Hoy Madrid presentaba una aspecto inquietante. Cuando he bajado a desayunar, en el comedor del hotel no había nadie. Ni un alma. Las camareras me han recibido intentando, a todas luces, aparentar una normalidad que no sentían. Yo, desde luego, me he sentido intimidado por el vacío que había a mi alrededor. Cuando ya estaba acabando ha entrado una pareja y, poco después, Juan Antonio Pedreño, a quien conocí hace años en Murcia y a quien no he dejado de admirar desde entonces. Hemos hablado de la inquietante situación que estábamos viviendo, con un rosario de actos suspendidos que nos condena a una inactividad forzada. Visto que la agenda se me vaciaba, he decidido regresar a Barcelona mañana a medio día. Las pérdidas económicas serán considerables, sin duda. Los apretones de manos escasean. Practicamos una cordialidad a distancia, higiénica y timorata, una cordialidad preventiva, pero, inevitablemente, todos, tarde o temprano, acabamos llevándonos la mano a la cara, que parece ser la meta final de todos nuestros gestos.
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0:25
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El café de Ocata
Siento en Madrid una generalizada sensación de desconcierto, de falta de un liderazgo claro, de improvisación... de andar a tientas. Es decir, siento el latido, aún lejano, pero acercándose del miedo y el miedo no necesita razones, es suficiente con la verosimilitud de su representación.
El miedo siempre se las arregla para crear su propia causa.
Hace pocos días aquí no iba a pasar nada; hoy aquí puede pasar... ¡vete tú a saber qué! Hay quien se consuela porque la muerte se ceba en los viejos, que es una forma muy rastrera de encontrar consuelo.
En las épocas de estabilidad tendemos a creer que llevamos las riendas de la naturaleza y que esta va quedando progresivamente en un segundo plano. ¿Qué es el progresismo sino la convicción de que es posible imponerle una lógica a la naturaleza e, incluso, una moral? Pero las épocas de estabilidad son sólo el paréntesis que se extiende entre dos alborotos de la historia. Así que, tarde o temprano, nos vemos enfrentados a nuestro verdadero tamaño.
Vistas desde hoy, las imágenes de las manifestaciones de ayer sólo se explican por la frivolidad de olvidar la naturaleza.
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El café de Ocata
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15:34
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El café de Ocata
El País publica hoy un capítulo de
La escuela no es un parque de atracciones:
AQUÍ.
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14:08
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El café de Ocata
Me aseguraba mi nieto Bruno (10 años) esta mañana que "en este mundo nada es perfecto". Su razonamiento ha seguido esta progresión: 1. Con un ojo siempre vemos mejor que con el otro, con una mano escribimos mejor que con la otra, con un pie chutamos mejor que con el otro.2. Por lo tanto todos los seres humanos tenemos alguna imperfección.3. En realidad en este mundo no existe la perfección...... (largo silencio).4. No hay nada perfecto. Ni la geometría es perfecta.
- ¿Te digo algo que es perfecto? -le he preguntado.- A ver...- Un vaso de agua fresca cuando tienes sed.- ¡Es verdad!- El abrazo de tu madre cuando llevas varios días sin verla.- Tienes razón.- Un buen bocadillo cuando tienes hambre.- ¿Cómo los de hamburguesa del Frankfurt Parera?- Por ejemplo.- Pues sí...Y hemos ido recogiendo cosas perfectas que se dan en este mundo imperfecto y nos ha salido una lista larguísima. Para celebrarlo vamos a hacer espaguetis al ajoaceite.
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17:28
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El café de Ocata
Esta mañana, en los salesianos de Horta (Barcelona) he defendido la vigencia del viejo esquema escolástico de las potencias del alma:
En estos tiempos tan raros en los que se prefiere hablar del "yo", del "sujeto" o del "cerebro" antes que del alma, he comenzado reivindicando el alma para pasar posteriormente a la defensa de la memoria.
La superioridad del alma sobre el yo, el sujeto o el cerebro es su capacidad de cuidar de sí misma. En la cura o cuidado del alma se encuentra, según Jan Patocka, la esencia de Europa.
Entiendo por alma el ámbito en el que lo mejor que podemos llegar a ser se dirige a lo que somos (a la inercia de lo que somos). Por "lo mejor que podemos llegar a ser" no me refiero a nada arcano o religioso. En cierta forma todos sabemos lo que es, pero se encuentra disperso en el conjunto de experiencias personales de las que nos sentimos orgullosos porque, de alguna forma, ponían de manifiesto lo más elevado de nosotros mismos. Pero como esas experiencias son fragmentarias, la tarea del cuidado de sí comienza en el proyecto de dar una forma unitaria a esos fragmentos para que puedan ser una orientación fiable de nuestra moralidad.
En esta tarea hemos de elegir bien los compañeros. Conviene que sean grandes porque sólo los grandes se contemplan a sí mismos desde lo alto, mientras que los pequeños se contentan con contemplarse desde lo bajo, por ejemplo desde la emotividad más ramplona.
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14:27
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El café de Ocata
Tenía que ir a Badalona a una revisión de la vista y me llevé a mis dos nietos (10 y 5 años). Cuando vamos los tres solos se portan siempre de maravilla. Se preocupan mucho por mí y yo me dejo cuidar por ellos. Pasamos la tarde juntos y la verdad es que todo fue muy bien.Me acompañaron incluso hasta la consulta del oculista.Éste cuando me vio entrar renqueando me preguntó qué me pasaba.- Las rodillas, que me incordian -le contesté.Me pidió que me sentara en una silla y debió observar que algo en mí flojeaba.- ¿Se encuentra mal? - me preguntó.- ¡No es nada! Una laberintitis me produce con frecuencia mareos.El hombre hizo un gesto de compasión con la cara y comenzó a explicarme algo.- ¿Me puede hablar un poco más alto? -le pedí- ¡Es que oigo bastante mal.Me miró con cara de pena. Pero la cosa empeoró cuando me hizo mirar por una especie de catalejo y me preguntó qué letras veía mejor, si las de la pantalla verde o la roja.- ¡Es que soy daltónico! -le contesté.Entonces vi de reojo a mis nietos que estaban dispuestos a saltar en mi defensa en cuanto el oculista hiciera el mínimo comentario. Sin embargo, sólo dijo: "Pasemos a otra prueba, entonces".Al salir les compré un Halcón Milenario de plástico y nos fuimos a merendar a un Frankfurt.
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10:14
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Un día largo, el de ayer, pero repleto de buenos recuerdos. A las 5 de la tarde volvía a casa en el tren pensando en todo lo que aún tenía que hacer cuando una voz difícil de describir me sacó de mi ensimismamiento. Era la de una anciana metida en años y tan enjuta que se le marcaban todos los huesos del cuerpo. Arrastraba un aire de derrotada, de desahuciada, de arrojada a los márgenes de la vida. Con un bote metálico en la mano iba recorriendo el tren de punta a punta pidiendo limosna mientras contaba las muchas desgracias que se cernían sobre su miserable humanidad. Los pasajeros, la verdad, no le han hecho mucho caso. Cuando uno le ha dado unas monedas, ella levantando la cabeza, altiva, ha dicho bien alto: “Tienes que ser humano y mentir para que te ayuden”.
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22:50
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El café de Ocata
Circula este cartel por México. La verdad es que no recuerdo en qué contexto pude decir esa frase pero, en todo caso, es cierto que las revoluciones educativas son posibles (tenemos ejemplos claros en la OCDE)... siempre que no se improvisen.
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10:20
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El café de Ocata
Con la edad mi memoria ha ido invadiendo el territorio que mi juventud había reservado a la fantasía y me sorprendo con frecuencia recreando lo que ya no estoy seguro de si fue.
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El café de Ocata
La primera: “Descartes está considerado el enemigo público número uno del ambientalismo",
La segunda: “La suposición de que Derrida siempre sabe de qué está hablando, no es derridiana”.
De Timothy Morton, El pensamiento ecológico.
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El café de Ocata
El declive del antropocentrismo y el auge del patocentrismo. Esto es lo que resume todo.
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El café de Ocata
A veces, después de una época de trabajo intenso, se apodera de mí una pereza dulce, una somnolienta galbana que me tiene como descoyuntado, como si cada parte de mi cuerpo si hubiera tomado unos días de vacaciones. En estos casos no me apetece ni leer, ni escribir, ni andar, ni cocinar, ni oír música, ni hacer otra cosa que no sea tumbarme en mi sofá a la bartola, arroparme con mi manta preferida, acumular cojines bajo mi cabeza e ir pasando canales de televisión, sin entretenerme en ninguno más de diez minutos. Es como si algo en mí necesitase recomponerse y cargar baterías para la nueva embestida. No solo no siento vergüenza de esta dejadez vegetativa sino que me siento dichoso por poder permitírmelo. Mi mujer me deja hacer quizás porque sabe que esa es casi toda la televisión que veo.
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El café de Ocata
¡A por la cuarta!
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El café de Ocata
"Cuando era embajador en España, observé que, cada vez que su majestad católica Fernando de Aragón, el príncipe más poderoso y sabio, estaba a punto de embarcarse en una nueva empresa, o de tomar una decisión de gran importancia, lo hacía de tal manera que, antes de conocer sus intenciones, toda la corte y el pueblo ya insistían y exclamaban que el rey debía hacer tal o cual cosa. Luego anunciaba su decisión justo cuando todos la esperaban y clamaban, y es increíble qué justificación y favor encontraba entre sus súbditos y sus dominios".
En la pág. 96 de:
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El café de Ocata
Se ha ido el Fari.
Ha cogido sus cuatro bártulos y se ha vuelto para África. Antes de marchar nos pidió un teléfono móvil en desuso para su madre viuda. A sus hermanos les llevaba camisetas del Barça. Hicimos una colecta en el bar y le compramos un móvil nuevo. Nos dio las gracias y se fue. Y ahora echamos en falta lo que se reía cuando Antón le decía: "Fari, cuando cruces la carretera, sonríe, que si no, no se te ve y un día vas a tener un disgusto". Y él sonreía para nosotros mientras descargaba la calderilla de sus bolsillos sobre la barra del bar y hacía montoncitos con las monedas, agradeciendo nuestro interés y nuestras bromas y el vaso de agua de cada día.
Cada noche a eso de las diez emergía de la oscuridad de la playa y cruzaba la vía del tren y la N-II arrastrando su carro de la compra lleno de abalorios.
Durante el verano aún iba tirando, pero estos dos últimos meses lo único que vendía era pequeños elefantes anticrisis de un plástico vetado y quebradizo, con la trompa levantada, a un euro la unidad.
- Comprar, esto contra crisis. Elefante buena suerte.
Si alguien le replicaba que no estaba en crisis, el Fari hacía de los elefantes amuletos amorosos. ¿Quién no busca un trabajo más alegre o un amor más seguro?
Yo solía acompañarlo por las mesas para animar a los clientes a superar la crisis por un euro. Con irregular fortuna, todo hay que decirlo. Además un cliente que le compró un elefante tuvo un accidente doméstico y apareció una noche con muletas y un humor corrosivo que le hizo mucho daño a nuestra campaña de márqueting.
Más de una vez estuvieron a punto de atropellarlo al cruzar la carretera. Un conductor desalmado arremetió una noche contra el carrito voluntariamente, se lo arrancó de la mano y desparramó toda la carga de pulseras, anillos, collares y elefantes anticrisis por la Nacional II. Era bien triste oír su crujido bajo las ruedas de los coches mientras el Fari se llevaba desconcertado las manos a la cabeza.
- Fari, sonríe cuando cruces, que si no, no se te ve.
Nos dijo que para estar aquí sin hacer nada, prefería estar sin hacer nada en su pueblo de Senegal. Y se fue a refugiarse de la crisis en África. Ahora, cuando hace buena noche en Ocata, sentados en la terraza del bar, miramos a la oscuridad, por donde aparecía el Fari con su carro de la compra repleto de bisutería barata, y nos decimos que quizás el día menos pensado, en cuanto apunte la primavera, lo veamos reaparecer, como los brotes verdes.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
El razonamiento políticamente correcto es aquel que le impone las conclusiones materiales a las premisas. Es decir, aquel que establece a priori las conclusiones materiales legítimas de cualquier razonamiento.
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El café de Ocata
“Human babies are not born self-aware, or capable of grasping that they exist over time. They are not persons [therefore] the life of a newborn is of less value than the life of a pig, a dog, or a chimpanzee.”
- Peter Singer, profeta de los derechos de los animales.
En The Guardian
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Encuentro sumamente divertido algo que escribe el etólogo Frans de Waal con completa seriedad y abundante aporte de pruebas, en su libro El último abrazo (Tusquets, 2019).
Lo que viene a decirnos es que nosotros, los humanos, podemos discutir sobre la existencia o no del género, pero que nuestros primos, los primates, no tienen ninguna duda a la hora reconocer si lo que tienen delante es un hombre o una mujer, y actúan en consecuencia. Los machos jóvenes de los laboratorios tienen erecciones en cuanto ven a una mujer y las perciben con tanta nitidez que si un experimentador se disfraza de mujer, no se dejan engañar. No muestran en este caso ni el más mínimo interés sexual. ¿Cómo lo hacen?
Esta es la respuesta de de Waal: "Se fijan en la única diferencia sexual visible que es frecuente en el reino animal: los movimientos masculinos tienden a ser más bruscos y resueltos que los de las hembras, de movimientos más fluidos y flexibles. Ni siquiera necesitamos ver cuerpos completos para apreciar esa distinción. Los científicos han comprobado que si se colocan puntos luminosos en brazos, piernas y pelvis de personas y se les filma caminando, estos puntos contienen toda la información que necesitamos para distinguir el género. Mirando solo unas pocas manchas blancas en movimiento sobre un fondo negro, los sujetos experimentales pueden decir enseguida si están viendo un hombre o una mujer. Si podemos discernir con precisión el género de la gente con una información tan escasa, no es difícil ver por qué la masculinidad o feminidad humana es un libro abierto para tantos animales. Esta capacidad también funciona al revés, porque yo puedo distinguir con seguridad desde lejos si un chimpancé es macho o hembra solo por su forma de moverse."
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El café de Ocata
Y no hemos hecho más que empezar.
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El café de Ocata
I"Mi programa es que nos gobiernen con buena educación".
- Jacinto Benavente.
IITermino un prólogo para un libro de Scruton de próxima aparición. Me siento satisfecho, un poco más ancho y más grande, hasta ligeramente más alto. Un buen trabajo es el mejor regalo que podemos hacernos a nosotros mismos.
IIITengo pendientes un artículo sobre conservadurismo para una revista importante y otro prólogo para un libro sobre el gran Pierre Manent.
IVInicio un nuevo libro. Será corto, poco más der 100 páginas, pero es un proyecto ilusionante de una editorial dinámica. Debo acabarlo en un par de meses. No será difícil, porque tengo bastante material recogido.
VAndo dándole vueltas a un artículo largo para El Mundo. Título: El psicosocialismo. Y a la continuación de la Imaginación conservadora.
VISiguen los pintores en casa, pero el caos ya parece decidido a ir dejando paso al orden.
VIISí, hago mío el programa de Jacinto Benavente.
VIIIMañana voy a un colegio de Hospitalet a hablar con los profesores sobre lectura. Hoy me han dicho en Plataforma que ya han sacado la segunda edición de Sobre el arte de leer.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Me ve escribiendo en la mesa del café y me pregunta qué estoy haciendo.- Estoy escribiendo un prólogo.Le explico qué es un prólogo.Se queda mirándome, perplejo, y finalmente me dice:- ¡Con lo que cuesta leer un libro, para que además le pongas prólogos de esos!
Le comento la anécdota a un amigo y cuenta lo que le ocurrió a Haro Técglen. En el transcurso de una mudanza se disculpó por la cantidad de libros que había que trasladar. "Peor usted -le contestaron- que tiene que leerlos".
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El café de Ocata
Hace unos años tuve en mis manos el diario de un abogado católico barcelonés. Lo inicia el 1 de enero de 1938, en plena guerra civil y describe con una naturalidad asombrosa, casi costumbrista, tanto los desastres de la guerra como detalles íntimos de su biografía.
Junto a las explosiones de las bombas, el autor se detiene a hablar de una morena que se asoma cada día al balcón o de sus dudas sobre si debe continuar o no su noviazgo. Cree que quiere a su novia, pero la encuentra fea, prematuramente envejecida y vulgar… Intenta contarle de manera delicada sus sentimientos, pero ella se lo toma a broma.
Barcelona es un hervidero de sospechas. Se habla de quintacolumnismo. Hay detenciones. Hay mucho miedo a los coches desconocidos que se detienen por la noche ante las puertas de las casas. Una sospecha es una condena a muerte… si es que se sale vivo de la checa.
Uno de los detenidos es el hermano del autor. Sospecha que está en la checa de la calle Vallmajor. Corre con su cuñada a llevarle ropa limpia sin saber si lo encontrará aún con vida. "Vuelva usted la semana que viene", le dicen.
¿Cómo dejar a una novia a la que ya no quieres en medio de una guerra civil?
Como abogado tiene que defender a detenidos en los que son evidentes las huellas de malos tratos. El fiscal pide para su hermano pena de muerte. Lo defiende él y consigue 30 años de internamiento.
Aumentan los acusados de espionaje. Hay un fiscal de rasgos sádicos. Se burla de una mujer de más de sesenta años diciéndole que por las noches se sube a una escoba y se va a dormir con Franco, pero que lo que a ella le gustan son los "curitas".
Compra 25 gramos de tabaco por 40 pesetas. Una fortuna. Tiene mala conciencia, pero sabe que lo volverá a hacer.
Le gusta estar con su cuñada. Se siente a su lado mejor que con su novia.
El fiscal impertinente se dirige a una mujer acusada de haber robado en la fábrica en la que trabaja: "¿Pero mujer, si querías tener algo en la mano, por qué no te buscas un novio?”
En enero del 39 se hunde aparatosamente Cataluña y en esos días es su novia quien lo deja a él. Sorprendentemente ahora echa en falta a “esa chica que era tan mía”. Siguen las bombas, pero la gente parece acostumbrada.
Lunes 23 de enero: Barcelona, una ciudad muerta. Martes 24: llegan noticias de que ha caído Sant Boi. Hay mucha gente que carga con todo lo que puede y abandona la ciudad precipitadamente. Miércoles 25: Saqueo de las tiendas. Jueves 26: Barcelona liberada. “Toda la vida recordaré con emoción este día”.
Se apunta como voluntario en el ejército de Franco y viaja a Castellón. El 18 de marzo viendo a su alrededor el comportamiento de las tropas a cuyo lado combate, se pregunta: "¿Y con gente así es posible hacer una nueva España?"
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El café de Ocata
Hace unos años la Fortuna nos llevó a mi mujer y a mí hasta el hotel Voramar de Benicàssim, donde pasamos tres días inolvidables. En aquel momento yo andaba recopilando material sobre las Brigadas Internacionales y resultó que este hotel había sido un hospital de las Brigadas. Aquí traían a los heridos en el frente de Teruel. Nos gustó mucho la terraza y nos prometimos volver, pero el tiempo iba pasando y el Voramar parecía condenado a incrementar el montón de deseos indefinidamente postergados.
Pero ayer estuve en Castellón. Participaba en un debate, en el hermoso Casino Antiguo, con Ferran Riera, un monstruo de generosidad. Ferran es tan grande que a su lado todos somos enanos y eso está muy bien, porque en lugar de degradarnos, nos impulsa a mirar hacia arriba, hacia lo alto, a donde no llegan las moscas, sino las águilas.
Había dado por supuesto que me alojarían en un hotel de esta ciudad, pero me dijeron que no, que tenía habitación reservada en un hotel de Benicàssim, ciudad a la que iríamos a cenar.
El día en Castellón fue largo y entretenido. La temperatura animaba a pasear perezosa y caprichosamente por la ciudad, siguiendo los caprichos del momento y el azar amigo se encargó del resto: al poco tiempo di con una librería de viejo. En realidad, en Castellón, según pude comprobar después, lo que hay es tiendas de libros de segunda mano. Ya he dicho por aquí que se sabe mucho de una ciudad por lo que revelan de las misma sus libros usados.
Compré un par de libros, debatí con Ferran largo y tendido sobre el alma, la fidelidad y el perdón y a la noche me llevaron a cenar a una casa de Benicàssim. Fue una una cena muy agradable, emotiva, bien surtida de alimentos y relatos, y muy larga.
Cuando me dejaron frente al hotel vi enseguida que se trataba del Voramar. Al llegar a la habitación lo primero que hice fue salir a la terraza y enviarle una foto de la misma a mi mujer, que está en Pamplona. Se oían las olas, pero apenas se intuía el mar.
Después, en la oscuridad de la noche y en la soledad la cama, no podía dejar de pensar en brigadistas.
Esta mañana he saltado de la cama para salir inmediatamente a la terraza. Y allí estaban la brisa marina, la luz, la espuma de las olas.... recomponiendo la imagen que yo guardaba en mi memoria de todo aquello.
Las cosas sólo son cosas si no nos ha pasado nada con ellas, si han sido testigos mudos de una hora anónima de nuestras vidas; pero cuando están cargadas de sentido, son parte de nosotros mismos y al reencontrarte con ellas se despierta nuestra memoria y sientes que algo de ti se expande para abrazarlas y acogerlas. Las cosas también tienen su alma. Se la dimos nosotros cuando fuimos felices a su lado.
Venían a buscarme a las 11:15. He dedicado toda la mañana a esa terraza... y a Pemán, que me lo encontré ayer en la librería de libros de segunda mano de Castellón.
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El café de Ocata
Regreso de Madrid agotado, pero contento. Muy contento.
Ayer por la mañana estuve en la Asamblea de Madrid, hablando con portavoces de diferentes grupos políticos. Por la tarde, ayuntamiento y Save the Children. Si todo sale como parece que va a salir, contaré los detalles del asunto.
Estando en la cafetería de la Asamblea, me llamó Daniel Capó. Nos animamos mutuamente a desarrollar una idea que tenemos sólo esquemáticamente esbozada. Justo en ese momento tenía delante a alguien que podía ayudarnos. Inmediatamente se pusieron los teléfonos en marcha. Quizás haya financiación. No hay plan que valga si no se cuenta con el momento oportuno. Se trata de un proyecto quijotesco, ambicioso y exigente. Saldrá bien. También os informaré en su momento.
Esta mañana, visita a The Objective y recorrido por varias librerías de viejo. Me he hecho con los Ensayos sobre Valera de Manuel Azaña.
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El café de Ocata
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El café de Ocata
Necrólogica sobre Steiner que firmo hoy en El Mundo:
He bajado a escribir esta necrológica a la terraza del Petit Café, en la Plaza de Ocata. Al fondo de la calle Pintor Miquel Villá está el Mediterráneo. A esta hora la luz del mediodía le arranca chispeantes reflejos asalmonados a su superficie. La cultura es esto: el intento de combatir con palabras el silencio del ser. Es importante recordarlo en la muerte de Steiner, humanista rezagado, porque hoy, a las puertas del poshumanismo, nos sentimos más necesitados que nunca de palabras.Son frecuente los lamentos por la crisis del humanismo. Pero no está nada claro que lo que nos mueva sea el amor a las humanidades. Pudiera ser que detrás de nuestras quejas sólo haya miedo al creciente antihumanismo, de forma que sólo seamos anti-antihumanistas.El humanismo era el acicate que nos animaba a combatir la vulgaridad que llevamos adherida al alma y que no se conformaba con entender la democracia como una universal aspiración a la igualdad. Propugnaba una igual aspiración a la excelencia. El humanista sabía que la respuesta a lo que es el hombre no se encuentra en los huesos de Atapuerca, sino en su aspiración a alcanzar la mejor versión de sí mismo. Por eso es esencial ofrecer a los jóvenes motivos de estudio que trasciendan los huesos de Atapuerca. Steiner quería ser visto como un cartero que lleva a su destinatario estos motivos, o sea, las cartas que dirigieron los grandes autores a las nuevas generaciones. Los jóvenes necesitan un cartero que los ponga en contacto con los grandes. Si los clásicos se han vuelto difíciles no ha sido por su culpa. Leer es situar un texto en un contexto. Por eso, para entender a Góngora hay que situarse en su contexto preciso, lo cual requiere tener bien nutrida la biblioteca ambulante que es nuestra memoria. El texto no es un pretexto, sino una de las formas de Eros, aquel Dios que los antiguos llamaban “simiente de la unión”. Nos permite profundizar en nuestra alma, nos enseña a pensar con matices (el matiz es la honestidad de la inteligencia), nos mantiene en relación con lo grande. La relación entre maestro y discípulo nos dice en Lecciones de los Maestros es una relación erótica. El profundo rechazo de Steiner a los métodos pedagógicos suaves tan en boga, se explica por su abandono de la memoria (“el poema que vive en nosotros vive con nosotros, cambia como nosotros”) y del silencio (“el miedo de los niños al silencio me da miedo”). Una de sus películas preferidas era Il postino, de Michael Radford, basada en la Ardiente paciencia de Antonio Skármeta."Un maestro -dice Steiner- es el celoso amante de lo que podríamos ser". Para poder amar lo mejor que podemos llegar a ser, alguien nos lo ha de hacer visible y deseable. Cuando tal cosa sucede, hemos conquistado el derecho a tener un alma, porque, ¿qué es el alma, sino la palabra que lo mejor que podemos llegar a ser dirige a lo que somos? Rememorando sus años de estudiante en la Universidad de Chicago, cuenta en Errata que Leo Strauss comenzaba sus cursos con estas palabras: “Damas y caballeros, buenos días. En esta clase no se mencionará el nombre de…, que por supuesto es estrictamente incomparable”. Evidentemente, él tampoco lo nombraba.Repite la anécdota en Celan y Heidegger: diálogo en el silencio, pero añadiendo que Strauss insistía en que estaba prohibido mencionar el nombre de Heidegger en su seminario.Inevitablemente, los alumnos de Strauss se susurraban el nombre del innombrable y al salir de clase corrían a la biblioteca: “Esa noche intenté hincarle el diente al primer párrafo de ‘Ser y tiempo’. Era incapaz de entender incluso la frase más breve y aparentemente directa. Pero el torbellino ya había comenzado a girar y tuve el presentimiento radical de un mundo absolutamente nuevo para mí”. “Esta es la cuestión –concluye Steiner-. Llamar la atención de un estudiante hacia aquello que, en un principio, sobrepasa su entendimiento, pero cuya estatura y fascinación le obligan a persistir en el intento.” Esta es la cuestión, podríamos decir también: despertar en el alumno el deseo de elitismo intelectual. Strauss puso a Steiner en contacto con el legado que Rosenzweig desarrolló en la Freies Jüdischen Lehrhaus de Frankfurt. Rosenzweig, más interesado por el heroísmo intelectual de los judíos que por el sionismo, creía que la manera genuinamente judía de enseñar es la traducción. En una carta a su primo Hans Ehrenberg, convertido en 1911, le dice: “el aprendizaje judío se corresponde, poco más o menos, con lo que para vosotros es un sacramento.” Es una ética del enseñar aprendiendo, cuya transmisión era el mayor servicio que podía brindarse a la propia cultura. Basándose en Rosenzweig, Leo Strauss desarrollará su propio proyecto de “aprender leyendo” (lesendes Lernen) para ayudar a sus alumnos a relacionarse con los grandes problemas recogidos en la literatura clásica. Steiner (como Rorty o Sontag) bebe directamente de esta fuente. Por eso afirma constantemente el poder moral de la literatura y, por lo tanto, lo que podemos llamar “el deber moral de ser inteligentes”. En una ocasión dijo que “un judío es un hombre que, cuando lee un libro, lo hace con un lápiz en la mano porque está seguro de que puede escribir otro mejor”.Y, sin embargo… ¿Es el humanismo suficiente? Esta es la pregunta que queda como incómoda sospecha en el fondo de nuestras apasionadas lecturas de Steiner. Está formulada explícitamente en el prefacio de Lenguaje y silencio, donde quiere ofrecernos una respuesta humanista aparentemente consoladora: “La pérdida de valor de la palabra es un fenómeno inseparable del triunfo de la barbarie”. Podríamos suponer, entonces, que el mantenimiento del valor de la palabra nos protege de la barbarie. Pero no parece ser esta una verdad autoevidente, ya que la misma lengua que sirve para amar también sirve para insultar, herir, despreciar, anonadar, aniquilar… Este es el legado trágico que el siglo XX europeo le ha dejado al humanismo. Heidegger dejó dicho que “la palabra posee al hombre”. Pero entre nazis y estalinistas había no pocos letraheridos. Los libros no les impidieron ejercer de verdugos. Hoy sabemos que es perfectamente factible leer a Goethe por la mañana, escuchar a Bach a medio día y ser guardián de Auschwitz por la noche. Y, sin embargo… Es imposible no hallar en Steiner la terca voluntad de encontrar en el legado de los grandes textos aquellas palabras que podamos transmitir a los jóvenes para impedir la invasión vertical de la barbarie. Se ha ido dejando la tarea inacabada. Pero en la continuación de su esfuerzo se juega el humanismo, hoy, su razón de ser.
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El café de Ocata
George Steiner, que fue su discípulo en la Universidad de Chicago, nos cuenta que Strauss comenzaba sus cursos con estas palabras: “Damas y caballeros, buenos días. En esta clase no se mencionará el nombre de…[y aquí pronunciaba un nombre teniendo buen cuidado de que fuese inaudible], que por supuesto es estrictamente incomparable”.
Inevitablemente los estudiantes se lanzaban voraces al filósofo impronunciable. “Esa noche –añade Steiner-, intenté hincarle el diente al primer párrafo de Ser y tiempo. Era incapaz de entender incluso la frase más breve y aparentemente directa. Pero el torbellino ya había comenzado a girar y así tuve el presentimiento radical de un mundo absolutamente nuevo para mí.”
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El café de Ocata
Hay palabras que debieran existir.
Por ejemplo, si existe desalmado, debiera existir almado.
Si si existe desalmar, debiera existir almar.
De hecho, ya tenemos un desanimar y un animar.
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El café de Ocata
Hoy, atención, es el
02/02/2020
Veremos si al finalizar el día esta simetría especular ha querido decir algo.
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El café de Ocata
Dice
García-Máiquez en The Objective que, para muchos británicos -la mayoría, de hecho-, el brexit se ha presentado como la garantía de que no acabarán siendo ciudadanos del mundo. Ha dado en el clavo.
El dilema político fundamental de nuestro tiempo es el de la elección fatal (o elegimos nosotros o elegirán por nosotros) entre repúblico o cosmopolita.
Me gusta la palabra "repúblico", muy frecuente en los tratadistas políticos hispanos, que se mantuvo viva hasta el primer tercio del siglo pasado. Es la mejor traducción del "zoon politikón" aristotélico.
Lo que nos decía el estagirita no es que el hombre sea un animal ciudadano, sino que es un animal político, que está moldeado por una "res pública" (una "politeia") y, por lo tanto, se debe, al menos en parte, a ella.
A mi modo de ver, los únicos cosmopolitas -ciudadanos del mundo- coherentes han sido los cínicos (herederos de Antístenes, Diógenes y Crates), porque pretendían vivir no sólo sin la protección de ningún Estado sino contra la protección de cualquier Estado, por considerarla contraria a la genuina vida natural. Para ser de verdad cosmopolita hay que limitarse a ser ciudadano de la Naturaleza.
Para llevar a cabo su pretensión, los cínicos se comprometieron con un impertinente ejercicio de la libertad de palabra y con una radical renuncia a todo derecho de propiedad. El cínico siempre está de paso, porque esta es la manera cabal de asumir íntegramente la propia naturaleza sin ceder parte alguna de la misma a la gestión del Estado.
El nuevo cosmopolitismo es menos coherente, pero es más insidioso. Se presenta como ciudadanía con derechos de propiedad y, sobre todo, de subsidio, sin deudas hacia el Estado cósmico que le garantizaría mágicamente el ejercicio de esos derechos pero permanentemente en deuda con la naturaleza.