Archivado: julio 23, 2013, 4:26pm CEST
Nuestra vida no comienza con su inicio ni termina con su final. En la medida en que uno mismo es continuación de aquellos de los que nace, de sus progenitores y antecesores, el comienzo de nuestra vida es un retomar el legado de esas vidas pasadas en lo que ellas tienen de posibilidad, futuro y porvenir, siendo nuestra vida precisamente su posibilidad de futuro y porvenir. En la medida en que uno mismo perdura en aquello que nace de sí, en sus obras, sus sucesores, sus descendientes, el final de nuestra vida es un confiado entregarse a su continuidad desconocida en el legado que deja como realidad fecunda. Por estas razones nuestra vida no comienza con su inicio ni termina con su final. Inicio y final son, más bien, dos aspectos inseparables de su renovación.