Archivado: noviembre 30, 2015, 9:38am CET
El tiempo consiste en un relevo, en un dar paso. El relevo generacional es un ejemplo claro de esta constitución. Implica la llegada de una generación nueva y la partida de la vigente. Supone un llegar y un marchar, un hacerse presente y un ocultarse. Pero la irrupción y la partida, la llegada y la marcha son inseparables y se refieren mutuamente la una a la otra. La irrupción de lo nuevo lo es respecto a algo –alguien- que se repliega. Algo -alguien- se despide y aleja respecto a quien ocupa su lugar. El lugar está ocupado por los dos y alberga a ambos, uno que llega y otro que marcha.