Decía el filósofo Jacques Derrida que un regalo solo es tal si no conocemos quién nos lo hace. Si lo conocemos, ya no es un regalo (o un “don” como dice él), sino una deuda contraída, una forma sutil de incluirnos en el sistema de
toma y daca del mercado. Más aún si ese regalo son trescientos veinte millones de euros. Esta es la cantidad que ha donado la Fundación del empresario multimillonario Amancio Ortega para adquirir máquinas de diagnóstico y tratamiento del cáncer en hospitales públicos.
¿Es legítimo que el sistema de salud pública (es decir, el Estado) acepte donaciones de este tipo para financiar necesidades sanitarias? ¿Qué deudas contrae la sociedad al aceptar estas donaciones?... Sobre esto trata nuestra última colaboración en
el diario.es Extremadura.