En el último decreto curricular la Consejería de Educación osó recortar muy tímidamente los seculares privilegios de los que goza la religión católica para inculcar su doctrina en las aulas. Ante este hecho, la Iglesia y algunos colectivos de padres han reaccionado con virulencia, y el asunto ha llegado a los tribunales. Analicemos el asunto... (Para leer el artículo completo en
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