Ni embrutecerse uno (aún más), dedicándose a consumir y a estar distraído (así de irreflexiva es la vida de los animales),
ni “hacerse el muerto”: un
ocio digno es aquel que restaura y multiplica todo lo posible la vitalidad que nos es propia – y que nos expropia habitualmente el trabajo – ofreciéndonos la posibilidad de cultivar aquello que nos distingue como seres humanos: el refinamiento de la sensibilidad a través del arte, el cuidado de las relaciones humanas (especialmente las elegidas, como la amistad), la efectiva realización de proyectos siempre aplazados, la satisfacción del anhelo de conocimientos mediante el estudio... De la relación entre el ocio y el negocio y de sea un "ocio digno" trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo
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