¿Es comparable el dolor del animal que se acosa y mata con el placer que obtiene el cazador al acosar y matar (y hablo de la caza deportiva, donde no hay otro fin que ese placer)? ¿Cómo es posible obtener placer del sufrimiento de otro ser capaz de gozar y sufrir? ¿Y, dado que parece posible, se debe plegar uno a ese placer? ¿Y debería permitirse que otros si se entregaran a él? Es curioso, pero se prohíbe, por ejemplo, la conducta de aquel que obtiene placer destrozando la propiedad de otros, o deteriorando bienes públicos (como el que "grafitea", o el que expolia, o destroza patrimonio...), pero no aquel que lo obtiene destrozando a un ser vivo. ¿Es más valiosa una pared, un cuadro, o cualquier otro objeto, que un ser vivo capaz de sentir placer y dolor?... De esto trata nuestra última colaboración en El Periódico Extremadura. Para leer el artículo completo
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