El Libro primero de
El Capital,de
Marx, comienza diciendo: «La riqueza de las sociedades en las que domina elmodo de producción capitalista se presenta como “una inmensa acumulación demercancías”». Nosotros tendríamos que decir, hoy, que
la riqueza de lassociedades en las que domina el modo de producción capitalista se presenta comouna inmensa acumulación de basuras. En efecto, ninguna otra forma desociedad anterior o exterior a la moderna ha producido basuras en una cantidad,calidad y velocidad comparables a las de las nuestras. Ninguna otra ha llegadoa alcanzar el punto que han alcanzado las nuestras, es decir, el punto en elque la basura ha llegado a convertirse en una amenaza para la propia sociedad.Y no es que las sociedades pre-industriales no generasen desperdicios, pero susbasuras eran predominantemente orgánicas, y la naturaleza, los animales urbanosy los vagabundos las hacían desaparecer —las reciclaban o las digerían— a unritmo razonable (aunque sobre esto nos hacemos, también a menudo, ideas muyidílicas). Las ciudades industriales modernas, en cambio, se caracterizan poruna acumulación sin precedentes de población y por la aparición masiva de unnuevo tipo de residuos, de carácter industrial, y ambos factores constituyen laobsolescencia de los modos tradicionales, casi inconscientes, de tratamiento delas basuras. Hay en ellas, al mismo tiempo, una enorme proporción de desechoscuyo reciclaje no puede abandonarse en manos de procesos espontáneos onaturales, y una parte significativa de la población que no consigue integrarsedirecta ni indirectamente en los procesos productivos y consuntivos, que carecede lugar social, que ha perdido el estatuto del que disfrutaba o que padecía enlas formas tradicionales de organización política. Y esto, como dice la cita deMarx con la que he comenzado, ha de entenderse sin duda como “síntoma deriqueza”. Nietzsche decía aún más, decía que «los
desechos, los
escombros,los
desperdicios no son algo que haya que condenar en sí: son unaconsecuencia necesaria de la vida. El fenómeno de la
décadence es tannecesario como cualquier progreso y avance de la vida: no está en nuestrasmanos
eliminarlo (...) E incluso en medio de su mejor fuerza, [unasociedad] tiene que producirbasura y materiales de desecho» (
Fragmentos Póstumos de la primavera de1888). Y tantos más desechos —en cantidad y en calidad— cuanto más rica, másenérgica y más audaz sea... Sí, la basura es un síntoma de riqueza. Porqueriqueza significa despilfarro, derroche, excedente (y, al contrario, lassociedades sin basura —las ciudades tradicionales de las que acabamos dehablar— revelan una economía de subsistencia, de escasez, en la cual nada sobray todo se aprovecha).
José Luis Pardo,
Nunca fue tan hermosa la basura, Revista Observaciones filosóficas, nº 12, 2011