El gran poeta estadounidense
Kenneth Rexrothsolía hablar de la Mentira Social, así con mayúsculas. Un nivel interesante decuestionamiento es desvelar en lo social los mecanismos de dominación que sedisfrazan de otra cosa, desde luego. Pero otro nivel que quizá resulte aún másinteresante me parece el siguiente: es cierto que bastantes de los fenómenossociales más importantes –pensemos en el dinero o en el estado— son en ciertosentido ficciones. Mas ¿cómo se convierten en operativas esas ficciones, cómoejercen tan reales y descomunales efectos sobre las vidas de la gente?
“El dinero es mentira, sólo las personas sonverdad”, decía una de las pancartas que pudimos leer en Madrid en la granmanifestación del 15-O (15 de octubre de 2011). Pero si el dinero fuese mentira¿cómo podría gobernar nuestras vidas de la forma en que lo hace? ¿De qué clasede “mentira” se trata? ¿Cómo cabría lograr que la “economía de verdad” no sevea subyugada por esa “mentira”? ¿Y cómo pueden las personas que “son verdad”recobrar grados de libertad, autonomía real, frente al ámbito de lo económico yfinanciero, sea cual fuere el juicio sobre los niveles de verdad y mentira queidentifiquemos ahí?
El dinero, más allá de sus funciones “técnicas”(unidad de cuenta, medio de cambio), ha sido también siempre un instrumento depoder. No es ni ha sido nunca una mercancía como las demás –lo que deberíaresultar mucho más evidente desde que el mundo se despidió del patrón-oro. Esbásicamente una relación social; tiene que ver con la deuda y con la confianza.La adecuada provisión de dinero es una función de la economía que ha deentenderse como un servicio público, igual que la educación la sanidad. Portodo ello, las propuestas de reforma monetaria pueden alcanzar una importanciaque desborde lo meramente económico para extenderse hacia lo social, lopolítico y lo ecológico.
Jorge Riechmann,
meter el dinero en cintura, tratar de comprender, tratar de ayudar, 11/04/2012