El conocimiento ha de liberar modos de vida para saber desempeñarse en la existencia, para dar respuesta, para ofrecer nuevas posibilidades, para abrir otro horizonte personal pero, puestos a reivindicar el saber, y con razón, no ha de ser un saber sometido a unos precisos y determinados contenidos de conocimientos. Que sea indispensable procurárnoslos no significa que no hayamos de debatir sobre cuáles han de acompañarnos a lo largo de la vida. Quizá no son tantos, y tal vez los olvidemos en la maraña de lo sabido, muy sabido, demasiado sabido, y no reconocido. Algo ha de saberse. Pero eso no siempre se logra sólo con saber más. Es preciso saber mejor.
El cultivo de sí y la cultura no crecen tanto por acumulación. Proceden más vertebraly rizomáticamente. Como la vida. Y por eso mantenemos con ellos una relación afectiva. Cuando se ama el conocimiento, se sabe que su contenido es tan decisivo como para no descuidarlo, tan decisivo como para no darlo por clausurado, tan decisivo como para no considerarlo aisladamente, tan decisivo como para no utilizarloúnicamente para nuestros intereses y menos aún para ratificar nuestras posiciones.
Ángel Gabilondo, Saber y conocer, El salto del Ángel, 19/03/2013
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