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Pues en efecto, Juntos y Solos pertenecen a un género literario muy diferente. El de Putnam era un análisis exhaustivo con profusión de datos empíricos y estadísticos sobre el progresivo retroceso de la propensión estadounidense a cooperar y asociarse durante las últimas generaciones. Mientras que el de Sennett es un ensayo literario explícitamente situado bajo la advocación de Montaigne (a quien dedica como elegante corolario sus páginas de cierre), compuesto como aparente mosaico de observaciones miniaturistas sobre diversas interacciones humanas en los más variados contextos laborales, económicos, religiosos, culturales y políticos, muchos de ellos procedentes de la propia experiencia biográfica de su autor. A título de ejemplo cabe destacar la minuciosa reconstrucción de los ensayos profesionales vividos por Richard Sennett como instrumentista (violonchelo) y director de música de cámara. Una experiencia de la que deduce su opción de preferir el diálogo entre diferentes del consenso entre semejantes.
Los embajadores |
En cambio, la segunda parte describe cómo el actual capitalismo financiero y consumista está destruyendo el arte de cooperar para precipitar a todos entre la depredación y el retraimiento. Aquí reintroduce mucho material análogo al que ya aparecía en su primera obra maestra de 1977, El declive del hombre público (Anagrama, 2011), y en el libro que le haría famoso, La corrosión del carácter (Anagrama, 2000), así como en su secuela, La cultura del nuevo capitalismo (Anagrama, 2006). Finalmente, en la tercera parte se ofrece una caja de herramientas utilizables para reconstruir la capacidad de cooperación, en un intento que cabría considerar decepcionante y quizá fallido a la espera de que lo desarrolle mejor en su próximo libro.
Pese a recurrir al análisis freudiano del narcisismo para fundar su crítica al retraimiento contemporáneo, lo cierto es que Sennett cae de bruces en él, dado su excesivo protagonismo que rebrota por todo el libro. De ahí que no sorprenda la llamativa ausencia de autores fundamentales para el análisis de la cooperación, como son Mancur Olson o Mary Douglas, y sobre todo Randall Collins para los rituales de interacción. De haberlos utilizado hubiera ganado mucho la profundidad de su reflexión, que solo destaca cuando analiza lo que llama el triángulo social (autoridad respetada, compañerismo confiado y complicidad crítica) y las cinco modalidades de interacción (altruismo, solidaridad, reciprocidad, parasitismo y depredación). En suma, una obra que brilla a gran altura por su poderoso estilo ensayístico.
Enrique Gil Calvo, Artesanía de la sociabilidad, Babelia. El País, 23/03/2013