Si el Gobierno nombra un grupo de expertos para que estudie la reforma de las pensiones, ¿a qué conclusión creen ustedes que llegará? Exacto, a que hay que recortarlas. Rajoy no necesitaba un grupo de expertos, necesitaba una coartada, a ser posible de carácter científico, para demostrar que no se encontraba en el lugar del crimen el día de autos. Las coartadas científicas, ya lo vamos viendo, sirven para cometer atropellos repugnantes. Viene a ser lo del celador que se cargaba a los ancianos para que no sufrieran. Dice que daba gusto verlos ahí, tan muertos, en paz al fin consigo mismos, con el mundo.
Resulta que, según los expertos, para mantener la sostenibilidad del sistema de pensiones hay que inyectarle un poco de ácido, una porción de líquido desincrustante, un detergente corrosivo. Si entendemos por sostenibilidad de un sistema su cualidad de sostenible, significa que vamos a cambiar una sostenibilidad buena por otra mala. En la mala, y por poner un ejemplo, las pensiones no se actualizarán de acuerdo a la subida del pan. Se trata de desincentivar a los ancianos, por naturaleza insolidarios, para que se mueran de una vez y dejen de ser una carga, coño, para el contribuyente honrado. ¿Qué hemos conseguido, de hecho, durante los años en los que su renta subía por encima del IPC? Que se agarraran como lapas a la vida.
Todo esto no se puede decir así, con la crudeza que está empleando un servidor, incluso aunque no ocurriera nada, que con los actuales niveles de resignación tampoco ocurriría. Por eso mismo, es muy de agradecer que este Gobierno de ricos, colocado ahí por la banca preferentista para proteger a las clases altas y a los defraudadores, y pese a no necesitar excusa de tipo alguno para cometer sus atropellos, culmine el de las pensiones parapetándose tras un grupo de sabios sí señor.
Juan José Millás,
Sabios, sí señor, El País, 31/05/2013