A la muchedumbre, cuando sale tranquilamente de paseo y chupa helados por la calle, se le llama gente. La gente es ciudadanía cuando se procede a la asignación y ejercicio de derechos democráticos. Pero cuando hay reivindicación, cabreo colectivo y se prepara bronca, entonces la gente se transforma en pueblo. El pueblo son muchos, pero no todos. De ahí que admita adjetivos: el pueblo trabajador, el pueblo ario, el pueblo catalán. El adjetivo designa la pertenencia, pero también aquello contra lo cual el pueblo actúa. Porque el pueblo es tanto una uniformidad de convicciones como una comunidad de acción. Tantas bocas no pueden expresarse al mismo tiempo. Entonces llega el del megáfono, vocea las consignas y señala el objetivo. Es el líder, aunque también pudiera llamársele faraón. Esta tutoría impide al pueblo dejar de ser la masa sin cara que siempre paga los platos rotos de la Historia. Fernando Aramburu, El pueblo, El Cultural, 10/05/2013